Mi buen amigo Roger Pla Farnós, que ha sido director sanitario de Tarragona, es una de las mentes más sensatas que he conocido. Además, posee otro don nada frecuente: entrega lo que tiene, su capacidad de discernir y su experiencia. Es decir, que ni se arruga ni se achanta. Y sin necesidad de recurrir a los exabruptos, al maximalismo o a la demagogia… Pero lo mejor es que estas virtudes que Roger atesora no pasan desapercibidas, en absoluto, y por eso en su tierra natal, en el Diari de Tarragona, le tienen reservada una columna (El mirador) para que periódicamente les ilustre con sus reflexiones.
Ya sé, estaréis pensando: “¡Juan Carlos, qué suerte que tienes con tus amigos!”
Pues sí que la tengo... Incluso más que suerte, fortuna, diría yo. Por eso he pensado que sería una buena cosa poder compartir con todos vosotros, si no mi amistad con Roger, porque la amistad como el amor, ni se improvisa ni se extrapola, si al menos alguno de sus atinados artículos, ya que nos viene que ni bordado para estos tiempos tan complicados en los que vivimos.
El pasado miércoles Roger escribió “DESDE MI CONFINAMIENTO”, un valiente alegato en favor de la cordura, la prudencia, la disciplina para afrontar esta crisis sanitaria respecto de la que “todos concluyen que nos viene un problema gordo” sin que por el contario haya coincidencia en la forma de resolverlo ni entre los expertos ni por los gobernantes:
Tots ells conclouen que ens ve un problema gros. La diferència és la manera de resoldre’l.
Por eso intenta reflexionar sobre lo que él haría si estuviera “en una posición de responsabilidad” ya que, al parecer, por más fenómenos y calamidades que se hayan dado en el último siglo, pareciera que la sociedad se empeñase en repetir idénticas pautas de comportamiento. Aunque quizás ahora la diferencia estribe en esa frívola obsesión del hombre actual de cerrar los ojos a los peligros o a la propia existencia de la muerte:
la visió actual de la vida , passa per ser capaç de tot. Pujar corrent a l’Everest amb unes sabatilles d’esport, capbussar-se al gel de l’Antàrtida... només cal proposar-s’ho. Hem perdut la por a la mort i tot ho podem arreglar amb quatre pastilles o una visita al quiròfan.
Ya que “resulta que cuantos más servicios nos van ofreciendo, más irresponsables nos volvemos. Siempre esperamos alguien que nos arregle los problemas”.
Algú em traurà de l’aigua. Algú em vindrà a socórrer, si em quedo atrapat en un barranc o en una cova. Per tant, no és estrany que no fem cas de cap recomanació i decidim pel nostre compte. Farem el confinament a la platja o a la Cerdanya. I a mi què?
Porque ahora la cuestión no estriba en debatir alegremente sobre cuál de las recetas elegidas por los países sea la más pertinente para afrontar la pandemia, ya que ningún país, ni sus recursos, ni sus circunstancias son equiparables a los demás. Aunque de lo que sí que está seguro Roger es que “a pesar de la gravedad de la situación sanitaria actual, los efectos secundarios de lo que estamos haciendo, probablemente serán aún más graves, a nivel de salud laboral y mental.”
Si ens equivoquem portarem la misèria a molta gent, sobretot als més febles.
Para concluir que, aunque será finalmente el tiempo quien confirme cual hubiera sido la mejor decisión, él no quiere eludir responder a aquella pregunta con la que iniciaba su artículo. Y la responde tanto desde una mirada colectiva como de un sencillo ciudadano:
¿Qué decisión hubiera tomado yo? Incluso compartiendo juicio contrario, tal vez hubiera hecho exactamente lo mismo que nuestro gobierno. ¡Difícil decisión!
Fins i tot compartint el parer contrari, potser hagués fet exactament el mateix que el nostre govern. Difícil decisió!
¿Y qué estoy haciendo, ahora mismo? Sigo escrupulosamente las recomendaciones que nos dicen nuestros líderes.
Segueixo escrupolosament les recomanacions que ens diuen els nostres líders.
Gracias amigo Roger Pla Farnós, verdadero ciudadano comprometido. Un abrazo grande.