Hoy, en una nueva edición de los “Diálogos desde La Ciudad Comprometida” tengo el gusto de conversar con la psicóloga malagueña Marina Salas (os sugiero que la sigáis en Instagram: marina.salas.psicologa) con quien me gustaría abordar la situación de desencuentro, aparentemente cada día más enquistado, entre los ciudadanos y los representantes políticos.
JC: ¿Los ciudadanos han dejado de confiar en la clase política?
MS: Encantada de charlar contigo Juan Carlos. Desde mi punto de vista es obvio que una gran parte de la ciudadanía ha dejado de confiar en la clase política, independientemente del partido que gobierne. Elegidos por el voto, gracias a la democracia son los representantes del pueblo y deben atender sus necesidades y demandas por el bien de todas las personas.
Sin embargo, la pérdida de confianza llega cuando las promesas de campaña no se cumplen, no se crea suficientemente empleo, y la ciudadanía siente que sólo tiene deberes y obligaciones. Se exige un sacrificio al pueblo que la clase política no hace, y al no dar ejemplo todo el sistema se tambalea: abuso de poder, robos, ostentación, o los grandes privilegios (dietas, seguridad, paga vitalicia -para los presidentes-…), así que es fácil de explicar ese sentimiento de desigualdad, desesperanza y desamparo que albergan muchas personas. Y aunque la confianza perdida es difícil de recuperar, si quieres puedo indicarte algunas pautas que se podrían tener en cuenta.
Yo además añadiría a ese listado de "desapegos" esa obsesión de la mayoría de los políticos en destruir o desautorizar las iniciativas de los contrarios, en lugar de construir acuerdos, y eso desanima mucho a la gente. Pero oigamos esas pautas que tú recomendarías, por favor.
Al igual que en psicología se trabajan una serie de pautas para recuperar la confianza de la pareja, de los amigos, de la familia o del jefe, eso también se puede extrapolar a la política. Es decir, para recuperar la fe de la ciudadanía es vital:
- Reinventarse, admitir y subsanar los errores cometidos.
- Ser más humildes y pacientes porque será un trabajo a largo plazo.
- No mentir y hablar desde la transparencia.
- Hacer cambios que ayuden a la otra parte.
- Fomentar una comunicación más fluida.
- Y tener en cuenta las necesidades y demandas de los otros.
Ahora, cambiando el punto de vista, hablemos de nosotros, de los ciudadanos. Me gusta explicar que no es suficiente con construir bellas, funcionales o modernas ciudades, si al tiempo no vamos “construyendo” ciudadanías responsables y comprometidas. ¿Podrías darnos también algunas pautas al respecto desde la perspectiva de la psicología?
Para formar una ciudadanía responsable y comprometida es fundamental empezar a trabajar esa característica desde la infancia, tanto en los colegios como en las familias. Según la LOE (Ley Orgánica de Educación): “la educación es el medio más adecuado para garantizar el ejercicio de la ciudadanía democrática, responsable, libre y crítica, que resulta indispensable para la constitución de sociedades avanzadas, dinámicas y justas”.
De hecho, existe la asignatura “VALORES ÉTICOS” cuyo objetivo es formar al alumnado para que en el futuro sean unos buenos/as ciudadanos/as en todos los aspectos: social, económico, medioambiental y político. Todos los hábitos que se adquieren desde edades tempranas son más fáciles de mantener y generalizar en la vida adulta.
Es decir, "disfrutamos" de una democracia suficientemente asentada, pero los ciudadanos apenas valoran a sus representantes políticos porque rara vez son capaces de construir acuerdos que den estabilidad a las instituciones y a las políticas. Y, por otro lado, aunque hemos avanzado muchísimo en conocimiento y en derechos individuales y colectivos, sin embargo, no creo que estemos creando una sociedad más justa, más solidaria o más responsable... ¿Qué hacemos mal?
Como se suele decir, la gente hace lo que puede o lo que sabe hacer. Por eso, es tan necesario que la educación desde la infancia en valores que nos conviertan en adultos responsables y justos. Los políticos y los ciudadanos no son dos grupos independientes, así que sería interesante no ver como entes separados a la clase política y a la ciudadanía. Poder Llegar a acuerdos es un pilar esencial no solo de la democracia, sino también para la convivencia misma, por lo que nadie discute que constituye la manera más eficaz para avanzar en pro del bien común.
Y, por otro lado, los ciudadanos nos hemos acostumbrado a ser apáticos y pasivos, y deberíamos implicarnos mucho más en la toma de decisiones en todos los niveles de nuestra vida. Así pues, la clave es QUE QUERAMOS, que de verdad nos propongamos adoptar una actitud mucho más activa y participativa para las cosas que nos son comunes.
Muchas gracias Marina. Espero seguir aprendiendo de ti. Ha sido estupendo tenerte en La Ciudad Comprometida. Hasta siempre.