Circula entre los arquitectos una chistosa tabla con siete columnas de palabras de tal modo que, tomando al azar una palabra de cada una de las columnas, de izquierda a derecha, podrás componer “frases propias de arquitectos”... Relamidas, intelectualoides, sonoras, tremendas... pero vacías.
Porque el MANUAL DE DISCURSO FÁCIL PARA ARQUITECTOS se trata de una especie de parodia llena de ironía y, porqué no, también de sarcasmo, que fue publicada en en su blog por el arquitecto José Ramón Hernández Correa:
Aunque esas frases, pareciendo que dan el pego, a nadie se la pegan ya que están tan embadurnadas de ego y de petulancia que no son sino metáforas de la enorme brecha que haya podido abrirse entre la sociedad y el colectivo de los arquitectos...
Otro insigne colega, mi apreciado Miguel Martin Heredia, entrando al juego nos suelta su aleatoria elección de arquipalabras: “La textura modal del entorno expresa una estructura intencionadamente plástica” jajaja para luego, ya reflexionando seriamente, decir:
- “Los metalenguajes siempre han sido una característica de los gremios y de las élites, precisamente tenían y tienen el fin de distinguirse de los otros. Ahora responden a tiempos pretéritos y debe distinguirse entre palabras técnicas que definen algo con precisión y el metalenguaje superfluo, para comunicar con la sociedad debemos hacernos entender empleando lenguaje sencillo y explicando los términos específicos.”
Y es que al hilo de esta especie de juego tan poco chistoso, quisiera contaros algo muy hermoso que viví ayer noche:
Acababa de impartir una conferencia en una localidad y varias personas mayores, desde luego con formación muy básica, se me acercaron y me felicitaron diciéndome “que lo han entendido todo...”
Mirad, cómo reflexionaba hace unas semanas mi respetado amigo Néstor Franco: “el leguaje demasiado técnico no genera conocimiento sino barreras.” Tomemos buena nota.