A puntito de cumplir las dos primeras semanas del encierro casero del coronavirus, y sin visos de que esto vaya a terminar pronto… el caso es que llevo varios días pensando en otro encierro que ya va durando casi 25 años: el que sufren Alquife (Andalucía, España) y de sus gentes… Porque ellos sí que están enclaustrados en la burbuja del tiempo desde que en 1996 Las Minas del Marquesado (o “de Alquife”) cerraron su actividad.
Así que no solo este pueblo, sino todos los de alrededor (Lanteira, La Calahorra, Aldeire, Ferreira, Jeres del Marquesado, Charches o Albuñan) perdieron con el cierre de las minas la fuente principal de ingresos que desde hacía más de un siglo les había dado sustento, sufriendo desde entonces una larga agonía, que los va desangrando de gente y sobre todo de jóvenes…
Mi vinculación con Alquife tiene múltiples flecos: profesionales, afectivos o personales. Así, cómo olvidar que el primer plan urbanístico que dirigí fue en este municipio y recuerdo con muchísimo afecto al secretario del ayuntamiento (José Luis Larrea) de quien tanto aprendí y al que fue su alcalde, mi amigo Jesús Valenzuela, tan querido por todos.
Debéis saber que la vocación minera de Alquife y sus alrededores se remonta a los poblados íberos (y posteriormente romanos) que explotaron algunos de los afloramientos de hierro, tan frecuentes por estos lares (uno de cuyos ejemplos lo tenemos junto a Ferreira, en el Cerro del Cardal). Una actividad que de una u otra manera ha tenido continuidad de manera artesanal hasta finales del siglo XIX, cuando ya resurge con fuerza de la mano de la minería moderna (con las técnicas y maquinarias precisas) y con el apoyo del capital extranjero, lo que le supuso todo un siglo dorado de actividad, que repercutió decisivamente en el desarrollo socioeconómico de los pueblos del Marquesado del Zenete y de Guadix.
Como vestigios de esta actividad frenética durante el pasado siglo nos quedaron la gran corta a cielo abierto que hoy caracteriza al paisaje de la llanura del Zenete, y el recuerdo de un urbanismo minero (el poblado) al que le acompañan numerosas edificaciones e instalaciones industriales de gran singularidad. Además, claro está, del ferrocarril minero hasta el puerto de Almería y su característico y espectacular “Cargadero de Mineral”, uno de los símbolos de esa ciudad.
Sin embargo, a partir de 1970 la minería en Alquife empieza a experimentar una gran crisis por el aumento de los costes de explotación (con el mineral cada vez más profundo) y por la coyuntura internacional (competencia con otras minas, limitaciones europeas a la siderurgia nacional, o tipos de cambio desfavorables entre la peseta y el dólar) a la que ni siquiera el proteccionismo estatal hacia el sector pudo garantizarle su viabilidad, por lo que las minas acabaron cerrando en 1997, quedando sumidas desde entonces en un profundo estado de abandono. Y en ese contexto, es en el que la Junta de Andalucía decidió en 2010 su declaración como BIC (Bien de Interés Cultural) en la categoría de Lugar de Interés Industrial (Decreto 333/2010).
Esta declaración viene a suponer “el reconocimiento patrimonial de este conjunto minero que supone la puesta en valor de una parte fundamental de la historia y del legado minero-industrial andaluz desde su origen hasta nuestros días” incluyendo un variado patrimonio inmueble y mueble del siglo XX, así como otros elementos asociados como las centrales hidroeléctricas de Jerez del Marquesado. Pero también el reconocimiento de que la minería en esta tierra, junto con la agricultura de regadío, han ayudado a configurar las relaciones del hombre con su medio hasta generar la identidad territorial de este espacio.
Y mientras que os escribo se me agolpan los recuerdos y las vivencias de tantas y tantas personas que allí vivieron con quienes la vida me ha ido entrelazando… Cómo olvidar, por ejemo, a mi buen amigo Natalio, que fue mecánico en las minas, y los chascarrillos que me contaba de cuando cada mañana iba desde Aldeire a trabajar. Y la gran amistad que tenía con el que fue párroco por los años sesenta en aquellos pueblos, José Luis de los Reyes (mi querido tío Pepeluís) y las anécdotas que recogió en su libro “Andanzas de un cura rural” -aprovecho para mandar un sentido abrazo a mi tá Encarnita-. O todo lo que oí narrar sobre el Tío Solano (Antonio) que regentaba un estanco y una taberna junto a las minas, en El Ventorro, donde paraba La Autedia. Se llevaba bien con todos los trabajadores de la mina y con sus jefes, especialmente con D. Eloy -aprovecho para mandar un abrazo a María, su mujer, y a su sobrina Elena-.
Pero de aquel Alquife de 2600 habitantes hoy a duras penas quedan 600, y mira que lucha el valiente y voluntarioso Benito, su alcalde. Empecinado en favorecer la reapertura de las minas.
Por eso fue un alivio que en la propia declaración del BIC se reconociese que si en el futuro la explotación minera fuera contradictoria con la protección patrimonial, prevalecería la actividad minera, algo excepcional en un BIC:
“… A efectos de mantener viva la actividad extractivo-mineral del conjunto minero, dicha actividad minera será prioritaria respecto de la modificación o desaparición de los bienes inscritos en el presente Decreto, así como sobre los nuevos o diferentes productos patrimoniales que pueden ser incorporados al legado histórico…”
Muchos años después he vuelto a tener el honor de dirigir un nuevo PGOU para el ayuntamiento de Alquife, uno de cuyos cometidos está siendo ayudar a la viabilidad de la reapertura de las minas, gracias al impulso de la compañía propietaria (“Minas de Alquife, S.L.U.”), y al respecto se están dando pasos muy importantes:
- Con la conclusión de un Plan Especial que engloba a todos los municipios afectados, para regular y ordenar las actuaciones necesarias para volver a poner en funcionamiento la explotación minera, coordinando los aspectos urbanísticos, ambientales, culturales, de infraestructuras o logísticas.
- El “Proyecto de desmantelamiento de instalaciones mineras obsoletas en las Minas de Alquife (Granada)” ya autorizado por la JA para la demolición de aquellas instalaciones que se ha considerado incompatibles con la explotación minera.
- A través del PGOU, la regulación urbanística exhaustiva de todo el municipio y específicamente del ámbito territorial incluido en el BIC.
- Y con la Catalogación individualizada y detallada de todos los bienes culturales que no han sido desmantelados y que por tanto deben ser preservados y rehabilitados.
Así que, aunque pareciera que el camino no tiene fin… Alquife y sus gentes llevan años soñando un nuevo futuro cada vez más cercano. Por eso quiero imaginarme la alegría de los alquifeños cuando llegue ese día y en las fiestas de San Hermenegildo, su patrón, le den fuego al Palo, henchido de pólvora, para que reviente el pueblo de alegría…
¡Ojalá sea prontito!