¿Por qué unas ciudades prosperan más rápidamente que otras? ¿Por qué mientras que unas pareciera que rezuman modernidad y dinamismo, a otras les cuesta salir de su ensimismamiento? ¿Por qué hay lugares en los que es más fácil que los agentes sociales se pongan de acuerdo, para definir primero e impulsar después, las cuestiones más importantes? ¿Tienen los ciudadanos las mismas oportunidades en unas ciudades que en otras?...
Ya intuís la respuesta: a pesar de contar con contextos geográfica y socioeconómicamente parecidos, sin embargo, unas ciudades son más competitivas que otras y por ende van a ser capaces de atraer mayores inversiones, por lo que sus ciudadanos tendrán mejores servicios y mayores opciones de todo tipo. Pero… ¿Y eso a qué se debe?
Mirad, en sentido positivo se me vienen a la memoria ejemplos clamorosos como el de Medellín (Colombia), una ciudad que estaba hasta hace no mucho destrozada por la violencia y la marginalidad, y que en apenas una década logró revertir ese declive colectivo para convertirse en la ciudad de moda en toda Latinoamérica. Todo un paradigma de lo que ha venido a denominarse el “urbanismo social”. https://granadablogs.com/gr-arquitectos/2011/12/30/%C2%BFvivirias-en-una-ciudad-donde/
O ya aquí, en Andalucía (España), todos hablan del milagro de Málaga, que en apenas un par de décadas ha pasado de estar identificada con el turismo de sol y playa a ser una ciudad extraordinariamente dinámica, cosmopolita y moderna, con excelentes infraestructuras de comunicaciones, culturales, portuarias y de servicios, y como consecuencia de todo ello, estar llena de oportunidades para sus gentes…
O incluso el caso de otra ciudad andaluza: Almería, que hace dos décadas supo definir las infraestructuras esenciales para modernizar la ciudad, y gracias a que también supo apostar por su ejecución hoy es mucho más próspera y eficiente. https://laciudadcomprometida.eu/component/k2/41-en-almeria-se-demuestran-las-excelencias-de-la-planificacion-urbanistica
Mientras que, en otras ciudades, como es el caso de Granada, desde donde os escribo, siempre flota en el ambiente la pesada losa de los agravios territoriales (“que habeilos haylos”) y de su pérdida de peso en el contexto andaluz… Aunque sin embargo a los granadinos les cuesta reconocer también que en ese devenir de las últimas décadas el hecho más determinante ha sido seguramente su permanente incapacidad para llegar a acuerdos colectivos… perdiéndose en interminables debates que a la postre han lastrado casi todas las iniciativas interesantes.
Y os contaba estas cosas porque hace unas semanas asistí a una interesante mesa redonda en el Colegio de Arquitectos de Granada en la que algunos ilustres colegas, de profesión (Peña, Santos, Reina) o de vocación (Isac), disertaron al hilo de la anunciada candidatura de Granada, Capital Europea de la Cultura 2031… Y aunque allí se dijeron cosas muy sensatas y pertinentes, me pareció que también debería sumarme a dichas reflexiones, aportando una visión integradora y trasversal, como suele ser la pauta de La Ciudad Comprometida, en la esperanza de que pudiera ayudar a contextualizar dicho debate, no solo en beneficio de Granada, sino que podría extenderse a otras muchas ciudades, por supuesto.
Ya que como imaginareis son muchas las ciudades y los territorios que depositan sus esperanzas de prosperidad en la obtención de títulos y reconocimientos exteriores que les pongan en el punto de mira de los turistas e inversores; o en organizar grandes eventos que conciten el compromiso de las administraciones públicas para invertir en infraestructuras que de otra manera tardarían años en llegar…
Y no digo yo que todo eso sea baladí… claro que no. Pero lo entendería mejor si antes esas ciudades (y sus gobernantes, claro) hubieran hecho de manera aplicada sus deberes para no basar su prosperidad exclusivamente en unos golpes de efecto (eventos) que el azar hará que se den o no se den, ya que la competitividad es altísima.
Por eso yo creo mucho más, muchísimo más, en el modelo de Vitoria (País Vasco, España) que fue elegida en 2010 como Ciudad Verde Europea en reconocimiento a las excelencias de su urbanismo moderado, en el que se conjuga maravillosamente su función como centro político y administrativo de Euskadi con el respeto a su patrimonio y a su cultura. Pero es que además han sido sus nuevos crecimientos urbanos, tanto aquellos a modo de ensanche de finales del siglo XIX como las actuaciones contemporáneas, los que mejor hablan del estilo de vida que han elegido sus gentes, configurando una verdadera ciudad comprometida: una ordenación urbana bien jerarquizada y armónica , un excelente sistema de parques y espacios libres, su red de recorridos peatonales y en bicicleta, su transporte público ejemplar, equilibrada distribución de equipamientos y servicios urbanos… En definitiva, una buena manera para vivir con calidad, reconocida con todo merecimiento por La Unión Europea para servir de ejemplo del resto de las ciudades.
Pero ¿Y Granada? “No solo la ciudad, claro, sino la Granada que se ha configurado antes en aglomeración urbana que en metrópoli, la de los pactos difíciles y la que gasta muchos más esfuerzos en la discordia que en la construcción de un modelo de futuro con el que caminar juntos… ¿Por qué a Granada cuyas condiciones de partida son más que optimas, le ha costado siempre tanto llegar a esos reconocimientos?” https://granadablogs.com/gr-arquitectos/2010/12/02/%C2%BFque-necesita-granada-para-ser-ciudad-de-la-cultura-y-para-ser-ciudad-verde-en-2020/
Tiene un tamaño óptimo, unos recursos paisajísticos y ambientales de primer orden, una vocación cultural y universitaria más que reconocida y apreciada, es cuna de monumentos y de espacios naturales de escala mundial, un destino turístico consolidado… Y entonces, ¿Qué es lo que falla? ¿Caminan todos en la misma dirección? ¿Existe un modelo nítido al que tender? ¿La sociedad local comparte lo fundamental?
Si echamos la vista atrás, veremos que hace apenas una década, en 2010, Granada también optó a la capitalidad europea de la cultura y no debió hacer un buen papel ya que ni siquiera pasó el primer corte. En este blog nos hicimos eco de aquella (mala) noticia y quise explicaros por qué esas otras seis ciudades españolas (Burgos, Córdoba, Las Palmas, San Sebastián, Segovia y Zaragoza), al contrario que Granada, sí que pasaron a la fase final como dignísimas candidatas:
“sea la que sea la elegida finalmente, todas ellas han dado un tremendo impulso en su modernidad y en su calidad urbana. Por eso podemos afirmar que el esfuerzo, el tiempo y el dinero que han invertido estas ciudades lo recogerán sus ciudadanos a través del mejor fruto posible: la mejora de calidad de vida en sus ciudades respectivas, con independencia del resultado final de este reto.”
Y también nos hicimos eco de las palabras del entonces presidente del Comité de Selección (Manfred Gaulhofer):
“muchas de las ciudades han invertido esfuerzo, dinero y tiempo en la preparación de sus proyectos… aunque una ciudad no llegue a la fase final el simple ejercicio de presentar la propuesta da importancia a su cultura…
Todas las candidaturas han destacado la alta participación y el apoyo de los ciudadanos y todas las ciudades han mencionado su intención de que la cultura sea un foco central en el futuro”
Y por eso desde La Ciudad Comprometida, ni cortos ni perezosos, organizamos un ciclo de debates para que los principales líderes políticos de Granada nos contasen su modelo de ciudad para el futuro, bajo el lema:
¿Qué necesita Granada para ser Ciudad de la Cultura y para ser Ciudad verde en 2020? Por tanto… ¿GRANADA CIUDAD COMPROMETIDA EUROPEA EN 2020?
Nadie duda que Granada es una ciudad universal que forma parte del imaginario de millones y millones de personas. Es que cuenta con atributos de primera magnitud (La Alhambra y el Generalife) que se ubican en un contexto urbano y natural que no hace sino ensalzarlos, configurando una ciudad única que enamora, atrae y atrapa a cuantos oyen hablar de ella y se deciden a visitarla.
Hasta el punto de que la ciudad disfruta (y sufre) un éxito, sin parangón hasta ahora, aunque todo hace indicar que no ha alcanzado aparentemente su mayor cota de visitantes. De modo que el turismo y lo turístico presiden, seguramente con mayor intensidad de lo soportable, la vida y las decisiones en importantes sectores urbanos… pero no como consecuencia de una estrategia institucional de nuestras administraciones para hacer de Granada una ciudad mucho más competitiva y con altas cotas de calidad de vida, o del establecimiento previo de un modelo de la Granada que queremos alcanzar a medio plazo, a fin de que todas las decisiones, o al menos las más relevantes, vayan orientadas en tal sentido…
Granada y su cinturón se merecen que las diferentes administraciones públicas se tomen en serio abordar los grandes retos que están pendientes desde la aprobación del POTAUG en 1999, entre los que son inaplazables la generalización del transporte metropolitano, la protección de la Vega y la implantación de estrategias de sostenibilidad, por ejemplo.
Así que, por decepcionante que pudiera parecer, resulta que los grandes retos que en 2010 propusieron para Granada, sus barrios y su metrópoli los candidatos a la alcaldía de Granada (PSOE, PP, IU y Los Verdes) fueron prácticamente los mismos que los que hace apenas unos días expresaron en el colegio de Arquitectos los expertos con vistas al 2031…¡En fin!:
- Recuperar el espacio público para los ciudadanos por su papel vertebrador de la vida cotidiana y como continente del patrimonio de la ciudad
- Avanzar en la cohesión territorial entre Granada y los municipios del cinturón.
- Un gran pacto por la sostenibilidad de Granada.
- Diseñar un proyecto de ciudad que mire al pasado, al presente y al futuro.
- Resaltar la vinculación de Granada con su paisaje cultural: urbano, de la Vega, de Sierra Nevada, el paisaje sonoro o el paisaje del agua.
- Un gran pacto social para aprobar los Planes Especiales pendientes: Albaicín, Sacromonte, Alhambra, y La Vega
Por eso, lamentablemente, los ciudadanos tenemos todo el derecho a dudar porque el tiempo va pasando y los grandes retos avanzan poco o muy poco incluso. Lo sabemos y lo percibimos. Y no se atisban vientos de trabajo coordinado entre los partidos que gobiernan, las administraciones y la sociedad local. Aunque sería extraordinario que al menos se intentase…
A mí la experiencia me dice que las apuestas de mirada larga y de larga vigencia surgieron no en legislaturas de grandes mayorías sino en periodos que requirieron construir acuerdos y consensos colectivos. Al igual que las mejores concertaciones entre las administraciones llegaron a partir de unos pactos locales sólidos previamente establecidos.
Así que en primer lugar el Ayuntamiento de Granada, aunque con la complicidad del resto de las administraciones públicas, tiene la palabra… porque como afirmó ese día uno de los expertos “Granada no se puede permitir perder la Capitalidad Europea de la Cultura en 2031”. A lo que yo añado: No solo por las innumerables consecuencias positivas que ello supondría (inversiones, notoriedad…), sino porque sería la mejor evidencia de que, al fin, Granada habría hecho sus deberes, dejando de lamentarse por lo que pudo ser y no fue, y ser capaz de soñar su futuro.
Ya que, para ser una merecida capital europea, de manera previa hay que ser una ciudad comprometida y ejemplar, en la que deban mirarse el resto de ciudades.
Y para ello se va a requerir liderazgo y mucha determinación.