Hoy voy a hablaros de una bella ciudad histórica, aunque mis reflexiones podrían ser extrapolables a la práctica totalidad de las bellas (y ajadas) ciudades históricas…
Mirad: El Conjunto Histórico Artístico de la ciudad de Jumilla (Murcia, España), fue declarado por Real Decreto del Ministerio de Cultura allá por el año 1981, es decir, hace nada menos que 40 años, justo en los albores de los ayuntamientos democráticos, y sin embargo el estado de salud de su patrimonio cultural no es nada bueno. Yo me atrevería incluso a afirmar que es bastante peor que el que motivó su protección como BIC. ¿Y por qué? Pues porque desde entonces las administraciones públicas (Ayuntamiento y Gobierno Regional) no han sabido articular un proyecto de futuro e ilusionante que aunara la mejora de la calidad de vida de sus habitantes, pero en consonancia con el respeto y la consideración a los valores culturales que justificaron su protección.
Y es verdad que desde entonces se han dado algunos pasos evidentes (recuperación de los principales edificios monumentales, diversificación de la oferta cultural, mejora de los servicios públicos o los criterios paisajísticos en los itinerarios periurbanos del cerro del Castillo) pero también con numerosos retrocesos como lo demuestran esas heridas que afloran por doquier hasta el punto de que un espectador como yo, recién llegado a la ciudad, pudiera pensar que en este lugar quizás no amasen suficientemente a su patrimonio:
- por el mal estado de conservación general de las edificaciones ante la dificultad burocrática de los permisos y la inseguridad jurídica de las autorizaciones, con la consiguiente pérdida de población y el abandono de muchas de las actividades y comercios tradicionales, dado que en estas circunstancias es más fácil buscar una vivienda digna en otras barriadas urbanas.
- por el elevado nº de edificios nuevos que, además, salvo contadas ocasiones, lo han hecho de una manera impactante para la armonía de su entorno, y la escasa tradición de rehabilitar como verdadero signo de autenticidad cultural.
- y por el deterioro del paisaje urbano, algo bastante apreciable, dada la falta de coherencia en los criterios de intervención (tipologías inadecuadas, incremento de alturas de pisos o globales, revestimientos, tipo de huecos, voladizos, soluciones de cubiertas, ornamentación, texturas y color, carpinterías, tratamiento heterogéneo de espacios públicos…) y quién sabe si también como consecuencia de una relajación municipal en el control de dichas intervenciones, sobre todo las de obra menor, explicable por la ausencia de criterios explícitos y normativos.
Por tanto, como os decía, parece evidente que, desde su declaración en 1981, ha disminuido la autenticidad de los valores tradicionales del CHA de Jumilla. Y, como suele ser también común en estos casos, pudiera ser que de manera paralela haya disminuido también la valoración social hacia el patrimonio urbano, algo contradictorio si tenemos en cuenta el gran amor que sus gentes profesan a otras señas de identidad por las que la ciudad es tan conocida (la cultura del vino o la Semana Santa, por ejemplo).
Y os cuento esto, amigos lectores de La Ciudad Comprometida, porque el equipo de www.gr-arquitectos ha recibido un ilusionante encargo: redactar el Plan Especial de Protección del CHA de JUMILLA (PEPCHA), precisamente el instrumento técnico y jurídico requerido para prever con visión de futuro las medidas necesarias para la mejora en todos los sentidos de este ámbito tan privilegiado, que deberá ser el fruto del consenso entre los ciudadanos, el Ayuntamiento con sus asesores y Gobierno Regional.
Es verdad que anteriormente ya hubo otros intentos fallidos para la formulación del PEPCHA, pero soy bastante optimista porque ahora he percibido un deseo generalizado de todas las administraciones implicadas, especialmente desde el Ayuntamiento, para que de una vez por todas se supere ese vacío regulador mediante la pronta aprobación de un plan, al tiempo responsable, eficaz y realista, que genere un amplio consenso de todos los agentes implicados, y que involucre de manera activa a los ciudadanos.
Por nuestra parte, ojalá que la experiencia que hemos acumulado en otras ciudades patrimoniales y nuestra determinación y compromiso con el desarrollo de ciudades (y ciudadanías) comprometidas pueda ser útil…
Os prometo que pronto, muy pronto, tendréis noticias al respecto.