Llevo más días de los acostumbrados sin compartir mis reflexiones en La Ciudad Comprometida y ya tocaba… así pues, en el amanecer de hoy cambié las zapatillas por el teclado para regalarme unos minutos antes de partir, inexorablemente a otra ciudad, para seguir aunando y sumando.
Durante las últimas semanas he tenido que viajar algo más de lo común en mí, pero eso también me ha permitido vivir en primera persona la evolución de dos de los trabajos con los que más implicado se siente mi equipo: precisamente los Planes para la Protección de los Conjuntos Históricos de Ronda, en Andalucía, y de Jumilla, en la Región de Murcia. Dos ciudades muy diferentes, cuya composición política municipal no se parece nada, y cuyas trayectorias urbanas en lo que respecta a su legado patrimonial también son muy diferentes:
Ronda, una ciudad conocida internacionalmente por su maravillosa inserción en el territorio de su serranía cuyo diálogo con el paisaje y con las tradiciones es lo más parecido al “amor urbano a primera vista”. Pero que llevaba casi tres décadas sin saber encontrar la manera de gestionar su rico patrimonio cultural de una manera rigurosa y también eficiente.
Vista desde el Tajo de Ronda
Y Jumilla, cuyo solo nombre enseguida evoca a sus vinos llenos de personalidad y a sus ricas tradiciones, que conjugan con gran originalidad la sobriedad de la meseta con la vitalidad mediterránea. Cuyo pasado histórico también ha quedado plasmado en una sorprendente atalaya que se yergue orgullosa sobre el oasis de su campiña, y en una arquitectura llena de matices que sueña con ser rescatada de su aletargo.
Vista del CH de Jumilla
Sin embargo, en ambas ciudades sus procesos de rediseño urbano se están produciendo siguiendo idénticas pautas de compromiso colectivo y social, de concertación política local, de colaboración con las administraciones sectoriales, de trasparencia y rigor, y de profesionalidad. Y en ambas, con el llegar de la primavera, también se han dado algunos pasos muy importantes que yo quisiera resaltar para vosotros, precisamente por no ser nada, pero que nada, frecuentes y también por la enorme carga de pedagogía urbanística que atesoran:
Se han celebrado procesos participativos con los sectores sociales, políticos y económicos y con la ciudadanía, con unos esperanzadores índices de implicación. Se han celebrado reuniones técnicas con cada una de las concejalías y sus asesores a fin de garantizar que el plan sea un instrumento trasversal que coordine a todas las políticas municipales. Con una indudable institucionalidad, se han presentado las conclusiones de dichos procesos participativos a sus respectivas Mesas de Seguimiento, en las que están integradas todas las fuerzas políticas. (las cuales así mismo se están compartidas en la web para que todos tengan acceso a las mismas:
JUMILLA: https://gr-arquitectos.com/es/proyectos/urbanismo/ciudad/plan-especial-de-proteccion-de-jumilla
Y ya se han iniciado reuniones técnicas con las administraciones sectoriales más relevantes a fin de garantizar la concertación de las propuestas.
Por eso, me siento muy afortunado y orgulloso de participar activamente en ambos procesos a sabiendas que el urbanismo pedagógico, riguroso y comprometido que estoy desarrollando con el apoyo de mi equipo de GR-arquitectos es con seguridad el mejor camino para favorecer mejores entornos en los que vivir. Propiciando como rezan nuestros postulados:
“un modelo de ciudad socialmente integradora, ambientalmente sostenible y económicamente activa y emprendedora, que utiliza racionalmente los recursos territoriales, sin esquilmarlos, para fomentar su crecimiento económico y la mejora socioeconómica y cultural de su población; que protege su patrimonio cultural y natural como herencia recibida de sus antecesores, que debe ser legada a sus sucesores; y que mantiene las características propias que la diferencian de otras ciudades o territorios”.
Por eso os decía… ¡Así da gusto!