Estimado amigo, alguien me dijo hace muchísimos años que si quería ser urbanista debía aprender a escribir con soltura… y tenía muchísima razón, porque en este oficio se escribe mucho ¡Ja, ja, ja! ¡Ni imagináis la de informes, dosieres y memorias que debemos realizar casi cada semana! Sin embargo, hoy, tras mis muchos años de andadura en esas lides, debo decirte que a aquella buena receta sobre las habilidades básicas del urbanista –que tanto bien me hizo al animarme a superar el suplicio de la hoja en blanco- le faltaba un segundo ingrediente esencial: También hay que aprender a hablar, con elocuencia y con convicción.
Así pues, la receta completa sería: Para ser urbanista es imprescindible saber escribir con soltura y hablar con elocuencia y convicción.
¿Y por qué? Pues porque ser urbanista no es otra cosa que propiciar la concertación política, social y técnica respecto de las iniciativas y proyectos que necesita un barrio, una ciudad o un territorio. Y aunque está claro que lo primero será que dichas propuestas sean pertinentes, viables y sensatas, sin embargo, por mucho que lo sean también hay que prodigarse en esa otra labor (imprescindible) que consiste en saber contarlas a los diferentes actores de la ciudad, unas veces por escrito y tantas veces de manera oral.
E imagino que coincidirás conmigo en que ese “saber contar” consiste en descomponer el contenido de las decisiones urbanísticas, siempre complejas y prolijas, en una serie de bloques temáticos (o ideas) que sinteticen la esencia de las propuestas para así poder explicarlas a los diferentes actores de una manera sencilla y operativa. Con pedagogía y con ilusión.
En realidad, en eso consiste la esencia de lo que a mí me gusta denominar el urbanismo pedagógico, ya que la validación social, política y técnica de los planes urbanísticos requiere la participación de numerosas personas cuya formación suele ser diversa y desde luego poco especializada en materias tan complejas como las que suelen considerarse (patrimonio cultural, economía urbana, legislación, riesgos naturales, medio ambiente, salud, arquitectura, sociales, telecomunicaciones…). Y como casi nadie lee nada (o muy poco) hay que confiar en la palabra muchos de los esfuerzos para tal concertación, sobre todo con los actores sociales y políticos.
Por eso la experiencia me dice que saber decidir qué explicar y cómo explicarlo van a ser decisiones trascendentales para ir formando el armazón del consenso colectivo. Un consenso que, como te decía, generalmente va a requerir de centenares de horas de diálogo y decenas de reuniones en foros diversos, que deberán estar impregnadas, cómo no, de muchísima sensatez, cordura y pertinencia, y orientadas hacia lo que ese territorio, esa ciudad y sus gentes necesitan.
Pasito a pasito, pasito a pasito.
¿Y cómo se hace eso? Pues… verás: Como la experiencia es un grado, eso tener buenas tablas ayuda muchísimo a identificar el enfoque y los matices particulares que deban darse en cada situación, adecuándose a las sensibilidades sociales o políticas de cada caso, y sabiendo desgranar los contenidos de la manera más adecuada en función de los participantes.
¿Sabes? Mientras que te escribo esto me ha venido al recuerdo otra de las enseñanzas esenciales que recibí. En este caso me vino de una de las personas más queridas y a las que más debo cuanto soy (le mando abrazos siderales) que me explicó que:
“Lo que se recibe, en función del recipiente se recibe”.
Por eso no se le habla igual al concejal, que al técnico que a los colectivos… El mismo mensaje, sí, pero explicado de manera diferente.
Felizmente, esas enseñanzas tengo la oportunidad de ponerlas en práctica con mucha frecuencia. Así, por ejemplo, en estos días pasados he estado visitando la bellísima ciudad de Ronda (Andalucía, España), en donde dirijo uno de los planes de los que más orgulloso me encuentro: la ordenación y protección de su Conjunto Histórico. Seguramente como consecuencia del enorme reto que supone trabajar en una de las ciudades más delicadas y también más complejas, como lo demuestra el hecho de que antes otros ilustres urbanistas ya fracasaron en el intento.
Y como muestra del proceso seguido en Ronda, te contaré que algunos de esos “pasitos” de los últimos días:
- Con la exposición a los asesores de la Delegación Territorial de Cultura de Málaga de las principales áreas de oportunidad que se han identificado en el Conjunto Histórico, y las propuestas específicas que se realizan para cada una de ellas.
- O con la convocatoria de la Comisión de Seguimiento del Plan en la que se ha informado a los diferentes grupos políticos municipales de la situación actual del expediente, estando previsto que en las próximas fechas les sea remitido a sus integrantes un dossier que sintetice las principales propuestas urbanísticas a fin de que puedan ser analizadas en una nueva reunión.
Así pues, pasito a pasito, armando confianza y sumando voluntades el Plan Especial (como se le denomina de manera coloquial) ya va tomando forma hasta el punto de que tenemos previsto poder concluirlo para finales del próximo mes de octubre y proponer al Ayuntamiento de Ronda que considere su aprobación inicial en las semanas siguientes. Un paso de gigante en apenas un año de trabajo.
Al igual que en la semana que viene, por ejemplo, viajaré al municipio de Torre-Pacheco (Murcia, España) … Pero eso mejor ya te lo cuento en otra ocasión.
¡Que tengas un buen y provechoso día!