Aunque un poco más tarde de lo habitual, por fin en GRarquitectos hemos podido disfrutar de nuestra ya tradicional jornada anual de confraternización: Un paréntesis en el que sus únicos ingredientes iban a ser el relax, la distensión y la convivencia entre todos los que conformamos este estudio singular... Singular también en esta bonita costumbre.
A pesar del calor lógico de estas fechas, y tras acumular un par de fechas pospuestas por las esperadas lluvias de la primavera, al fin todos juntos pudimos disfrutar de ese evento y relajarnos al aire libre, fuera del ámbito del estudio, constatando la buena relación que nos une en el día a día.
Este año el emplazamiento elegido por Juan Carlos ha sido la ciudad de Jaén (Andalucía, España) y su territorio más próximo. Una tierra con la que cada vez nos unen mayores lazos profesionales y por la que estamos desarrollado un especial afecto.
Arrancó el autobús con un primer destino claramente establecido por nuestro cicerone para todo el día, que además hizo las veces de anfitrión excelente: Así pues, nuestro querido compañero de penurias y alegrías, el arquitecto técnico José Miguel de la Torre nos llevó a disfrutar de un delicioso desayuno en el entorno catedralicio, y bajo la sombra de la flamante sede del Colegio Oficial de Arquitectos.
- “Extraordinarias las tostadas de picadillo con queso gratinado, y excelente la atención recibida en la cafetería Macciato Caffé”
Ya con los apetitos aplacados, comenzó la ascensión por las callejuelas de su ciudad histórica para cruzar algo después el coqueto barrio de El Almendral, en el que sus vecinos hacen gala de un halagador sentido de la pertenencia y de un civismo ejemplar en cada detalle decorativo, ya sea en cada casa, en cada rincón de sus calles o mediante los entrañables murales que se prodigan por doquier.
Muy pronto salimos ya de la ciudad y durante nuestro ascenso progresivo hacia el Castillo de Santa Catalina (que también alberga el Parador de Turismo de Jaén), fuimos ganando altura y perspectiva, pasando de las callejas a los espacios boscosos que envuelven a esta montaña sobre la que se asienta la fortaleza.
Casi sin darnos cuenta hicimos cima y entre muros, almenas y pinares pudimos observar unas maravillosas perspectivas de toda la ciudad de Jaén y de su territorio circundante, con su campiña y sus sierras abruptas.
Como la profesión no sabemos dejarla en el despacho, fue inevitable interpretar el paisaje y las referencias geográficas que podíamos divisar, y así pudimos localizar algunos hitos (montañas, valles, rutas históricas, poblaciones…) y comprobamos lo útil de estas vistas panorámicas que se divisan desde los oteros para poder entender mejor cómo haya de realizarse la planificación de las ciudades y de los territorios.
Tras las fotos de rigor y la hidratación necesaria, comenzamos el descenso por la ladera al abrigo de la Muralla Norte del recinto amurallado de la ciudad medieval: un entorno de altísimo valor patrimonial y paisajístico cuya conservación y mejora general estamos teniendo la oportunidad de abordar como consecuencia del proyecto que estamos realizando en colaboración con la prestigiosa empresa Construcciones Calderón para el Ayuntamiento de Jaén. Una actuación que, ojalá, pueda contribuir en la definición de una metodología y de una manera de hacer que pueda ser extensiva a otros lienzos de la muralla, ya que se va a tratar de un proceso de conservación, protección y de puesta en valor de la muralla y de su entorno natural que se prolongará por años, qué duda cabe.
Terminada esta excursión, nos pusimos rumbo al siguiente evento: Visitar ni más ni menos que el Ópidum de Puente Tablas, un enclave arqueológico de origen íbero que se corresponde con una ciudad que nació y estuvo ocupada por casi mil años, justo en el primer milenio antes de Cristo. Un BIC de un extraordinario valor para el conocimiento de esta cultura ancestral y uno de los yacimientos más estudiados, ya que su investigación de manera sistemática se inició allá por 1980.
Allí tuvimos la fortuna de coincidir con la arqueóloga responsable de su conservación, Concha Choclán Sabina que a su vez es la Directora del Museo Íbero de Jaén (cuya visita ya es inexcusable), y con otros profesionales muy cualificados, entre los que se encontraba el arquitecto Juan Moreno Romero que está desarrollando un delicado proyecto para la ubicación de un singular espacio escénico que tendrá como fondo paisajístico las murallas de aquella ciudad milenaria.
La arqueóloga nos brindó una primera aproximación a su arquitectura defensiva; a la de su caserío perfectamente trazado y que anticipaba ya los cánones de las casas patio mediterráneas; a su urbanismo o a la simbología y a la espiritualidad de aquellos que habitaron en el Ópidum de Puente Tablas. También nos ayudó a entender a todo el equipo de GR-Arquitectos cuál ha sido y está siendo el proceso de investigación, consolidación, protección, mejora de la visita pública y divulgación de este rico patrimonio de Jaén llevado a cabo durante los últimos cuarenta años… (¡Toda una vida!)-
Nos parece que actuaciones ejemplares como esta están sentando las bases para la consolidación de Jaén y de su provincia como ese gran espacio lleno de singularidades, orgullo de Andalucía, que hay que conocer…
Y aunque las temperaturas que se pudieron soportar a esas horas del mediodía fueron exigentes, mucho más extraordinarios fueron los conocimientos sobre la cultura íbera que nos llevamos de Puente Tablas y que seguro que nos serán de gran utilidad para otros trabajos, como por ejemplo el que estamos empezando a desarrollar en el municipio vecino de Mengíbar, que alberga, entre otros muchos valores culturales, el yacimiento arqueológico de Iliturgi, en cuya planificación vamos a tener la oportunidad de intervenir durante muchos meses.
Pero…. ¡Como no solo de saber se alimenta el alma! Nos pusimos en camino de nuestra última etapa: Un breve viaje que nos llevó hasta la casa de nuestros queridos amigos José Miguel y su esposa María José, que con sus buenos ayudantes Enrique y Pedro no cesaron en el empeño de agasajarnos con sus mejores viandas y una esperadísima piscina bien fresquita… Pero en el centro de todo, la gran protagonista: una paella de un rico arroz meloso de morcilla que nos preparó José Miguel, en cuyo antes, durante y después pudimos compartir las experiencias del día y de los últimos meses de trabajo, que tantas satisfacciones nos ha dado y del que un buen descanso merecemos.
En resumen, se cumplieron los objetivos generales de esta jornada: confraternizar, convivir, conocer, descansar y disfrutar del compañerismo que nos une. Un compañerismo que es, sin duda alguna, el mejor valor que tenemos en GR-Arquitectos….
Lo dicho: ¡Objetivo: CONVIVIR!
Texto del arquitecto Luis Eduardo Iáñez García