Había decidido que ya no volvería a escribir sobre la puñetera megaAlerta sanitaria del coronavirus para volver a hablar, como siempre, de cosas positivas y ejemplares con las que aprender, sobre todo y más que nada, en valores… Pero resulta que en los últimos tres días he seguido teniendo numerosas llamadas, tan emotivas y tan cercanas, que no me he podido resistir a volver sobre el tema… Al menos por una vez. Y ya a partir de mañana hablaremos de otras cosicas ¿De acuerdo?
VLADKA es checa y trabaja para la universidad de Olomouc coordinando a los alumnos que viajan por Europa con las Becas Erasmus. Le gusta correr por el bosque, como a mí, al amanecer, para oxigenarse mientras que escucha su respiración agitada, siente los chasquidos de la hojarasca, huele los aromas de la montaña cuando se está desperezando, y goza con los primeros rayos de luz, cuando aún son casi planos y les cuesta atravesar las capas de la atmósfera… De eso estuvimos hablando. Y nos prometimos volverlo a hacer una de estas semanas próximas.
SILVIA ROSA, que me llamó desde Coquimbo, una ciudad balnearia en el Pacífico chileno, es como ese familiar entrañable que todos tenemos, o deberíamos tener, tan llena de ternura, sencillez y generosidad que es imposible no enternecerte con ella. Somos ya viejos conocidos porque es una de las lectoras más entregadas de La Ciudad Comprometida y, claro, fueron inevitables las referencias al virus y cómo nos está cambiando la vida, sin esperarlo ni sospecharlo. Para mal, pero también para bien, y por eso nos felicitamos de haber conseguido, al fin, después de tres años de conocernos, dar el paso y llamarnos.Y vernos sonreír.
CRISTINA me llamó desde Bogotá. Es una concienzuda arquitecta que trabaja en la protección de las regiones amazónicas de su país. De su ecología, su cultura y sus comunidades. La conocí cuando hace un par de años viajamos juntos a Mitú, la sorprendente capital del Vaupés, y tuve la oportunidad de aportar mi granito de arena en esos proyectos. Y ya entre nosotros germinó una bella amistad que no se ajará así vayan pasando los años o las circunstancias de la vida. Por eso fue bonito volver a vernos y conversar.
PATTY es una chica de Colombia experta en cuestiones ambientales y, cuando conversamos, acababa de recorrer uno de los parques nacionales de su país haciendo su labor de pedagoga social. Me recibió en el seno de su familia y allí pude saludar a su sobrino y a su hija, que me miraban expectantes. En realidad, solo hablamos de cosas triviales como si nuestra charla fuese algo común entre nosotros y, quizás por eso, fue un entrañable encuentro que nos regaló la noche.
Ya en la tarde del sábado, contacté con SILVIA, de Atarfe, con quien tuve una velada muy cercana en la que, aunque hizo grandes esfuerzos para que no aflorara la indudable tensión que le supone su trabajo (como funcionaria de prisiones a las afueras de Granada), sin embargo, no me fue difícil percibir que el coronavirus en aquel lugar debe ser como esa gota que casi colma el vaso… Por eso nos hizo bien cambiar de tema y creo que quiso sacar pecho cuando fue descubriendo por mis palabras que soy un cocinicas ¡jajaaj! y ya la charla hizo despertar de su aletargo a los jugos gástricos y ya no tuvimos más remedio que reconocer que la tarde ya estaba tocando a su fin.
Y ya ayer fue, primero, MERCEDES quien, desde Jumilla (Murcia) me ha regalado un buen rato de amistad en el que se fueron mezclando con naturalidad ya fueran nuestras aficiones (ella es una música consumada), el repaso a las habilidades de nuestros hijos respectivos, el gusto compartido por los vinos sabrosos de su tierra, o las peripecias de su hija de 16 años que tiene que volver apresuradamente desde Canadá, donde estudia con una beca, a cuentas del virus este… y ella, al igual que toda su familia, felices de que vuelva a casa, porque en estas circunstancias mejor todos juntitos, ¿no?
Y para finalizar, también ayer noche recibí la llamada entrañable de una paisana que hace muchos años que ya vive en Mallorca: CARMEN POYATOS. Conoció a mis padres y a muchos de mis hermanos. Hemos descubierto vivencias comunes, anécdotas y mucha, mucha gente querida por los dos, y por eso fue maravilloso evocar a esas personas queridas. Como por ejemplo las bellas referencias que hizo de mi TÍO PEPE, primo hermano de mi padre, de mi primo JUANMA, sin duda alguna el tipo más querido allá por donde vaya, y de su hermana (mi prima, claro) VICTORIA, de quien se deshizo en elogios… ¡jajaj! Además, aproveché para darle unas nociones básicas de redes sociales y de telefonía móvil para que vaya renovando, un año de estos supongo, ¡jajaja! su antediluviano teléfono. Gracias Carmen por tu llamada tan bonica.
Por eso… ¿Cómo nos iba a contar estas cósicas? Pero ya, a partir del miércoles ya quisiera volver a hablar de ciudades, de ciudadanos y de sentimientos comprometidos… que la vida sigue y seguirá, y tampoco es bueno que no levantemos la vista…
¡Un abrazo grande, cálido y largo para todos vosotros!