Hoy no me voy a andar con rodeos… porque me avergüenza lo que le acaba de pasar a mi ciudad y a mi tierra. Porque Granada, y Andalucía, en definitiva, a cuentas de la ruina galopante que sufre uno de sus BIC (La Hacienda Jesús del Valle) acaba de ser incorporada en la vergonzante lista roja del patrimonio que elabora la prestigiosa y nada dudosa asociación Hispania Nostra con el propósito de llamar la atención sobre el deterioro dramático de algunos monumentos www.listarojapatrimonio.org.
"Se encuentra en estado de ruina completa, a pesar de estar catalogada como Bien de Interés Cultural (BIC). Ha sido expoliada parte de la solería en barro, azulejería y demás elementos ornamentales. Se han desprendido parcialmente las cubiertas, así como parte del primer nivel. Aún se pueden identificar zonas como las cocinas, palomar, refectorio, celdas, pozo, molino, etc. La vegetación ha invadido casi la totalidad del conjunto" https://www.granadahoy.com/granada/Hacienda-Jesus-Valle-Granada-patrimonio-ruina_0_1506149738.html
Para quien no la conozca le diré que se trata de un singular ejemplo de las haciendas jesuíticas que data del siglo XVI cuyos valores culturales e históricos están fuera de toda duda. Está ubicado en el término municipal de Granada, en pleno valle del rio Darro, un lugar cuya belleza es tan patente que hasta la toponimia le hace los honores: “Valparaiso”. Por eso, hace no muchos años, la Junta de Andalucía, con un especial apoyo que le fue brindado desde el Patronato de La Alhambra y del Generalife, inició su declaración BIC bajo la categoría de “Paisaje Cultural”. Y es que se trata de un lugar hermoso y delicado que guarda una estrechísima relación con todo lo que significa "el territorio Alhambra", hasta el punto de que ya se trabaja con la expectativa de que, más pronto que tarde, se solicitaría a la UNESCO su incorporación a la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco.
Y si bien es de justicia reconocer la importancia de todas esas iniciativas, no lo es menos exigir una más rigurosa tutela del patrimonio cultural existente, ya que, como tantas veces ocurre, a nuestros gestores públicos, al menos por esta vez, se les olvidó que una cosa es predicar y otra dar trigo. Porque mientras se soñaba la luna llegó de repente el chaparrón, más que anunciado y más que merecido, de Hispania Nostra.
Es verdad que se trata de un inmueble de titularidad privada cuyos propietarios no han dudado en dejarlo arruinar por causas clarísimamente especulativas… Pero también es igual de verdad que las leyes castigan estas mezquindades y facultan a las administraciones (ya sea el propio Ayuntamiento de Granada, ya sea la propia Junta de Andalucía) para intervenir de manera subsidiaria en defensa de su conservación… Pero a unos y a otros se les olvidó que el patrimonio cultural no es renovable, ya que los daños ya causados son irreversibles… ¡En fin!
Desde las páginas de La Ciudad Comprometida ya hemos lanzado nuestro grito de auxilio en varias ocasiones sin que tuviese eco. Al igual que hemos querido contaros iniciativas valientes (como por ejemplo la del ayuntamiento de Torredelcampo para salvar de la ruina a un castillo medieval de titularidad privada -cuyas obras de emergencia acaban de concluir por lo que en breve os las mostraré-). Por eso, ahora no nos duelen prendas para poner una vez más el dedo en la llaga:
¡Cúmplase la Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía y el decreto de Inspección Técnica de Edificios y ante el patente abandono de sus propietarios, ejecuten las administraciones con urgencia obras de conservación que detengan este deterioro galopante!
Porque nos va muchísimo en ello: el prestigio de Andalucía como territorio de ama su cultura y su patrimonio. El prestigio de la propia Alhambra que atesora décadas de ejemplar gestión patrimonial. El prestigio de Granada, en su calidad de verdadero icono internacional que además aspira a la capitalidad cultural europea, Y, en definitiva, el prestigio de España, un país que ama su patrimonio, su historia y su legado cultural.
Así que, venga, que no es tan difícil… Solo hace falta determinación para hacer cumplir la ley, espíritu de colaboración entre las administraciones –municipal y autonómica- y, claro, tener las ideas claras, claras.