Estaría de Dios que me detuviese en aquel cartel, no demasiado vistoso por otra parte, que proponía una actividad en un lugar remoto. La invitación, lanzada al viento como quien no quiere la cosa, venía de la mano de Agustín Sánchez Hita, un almeriense de pro, alpujarreño por más señas, a quien conocí hará ahora un cuarto de siglo y a quien no había vuelto a ver desde hace… Es una de esas personas a la par cultas y sabias que, al contrario de lo que suele ser frecuente, rezuman sencillez y sensatez. De ese tipo de sensatez con los pies bien plantados que cuentan las cosas como las viven, de manera llana y sin aspavientos y que, de ser el caso, no dudan ni un ápice en hacer lo que haya que hacer, aunque se viesen solos en el tajo.
Agustín es conocedor como pocos de su tierra, La Alpujarra, una vasta comarca que se ubica entre la sierra y el mar, entre los bancales y el cielo, entre almendros, viñas y castaños. Ubicada en un rincón de Andalucía, precisamente a caballo entre las provincias de Almería y Granada. Un lugar que atesora una cultura centenaria que nos muestra a las claras cómo el hombre popular ha sabido adaptarse al lugar, respetando sus claves para vivir de sus recursos. Un paisaje cultural sorprendente en el que el manejo inteligente del agua es seguramente su principal hilo conductor.
Nuestros caminos se cruzaron a cuentas del Colectivo Abuxarra, una maravillosa asociación cultural que lleva décadas dinamizando a esta comarca y rescatando lo mejor de sus tradiciones y su folclore. Y es que ambos hemos dedicado muchos de nuestros esfuerzos profesionales a esa tierra y a ambos nos honró este colectivo con su reconocimiento y su cariño. Quizás eso nos hermanó.
El caso es que me detuve a leer lo que proponía Agustín, que rezaba así:
- TALLER DE ACEQUIAS, promovido por un grupo de voluntariado denominado “DE ACEQUIAS Y BALATES” que busca la recuperación del Paisaje Cultural de la Alpujarra.
- Objetivo del taller: “Recuperación de un acueducto morisco en la acequia de La Tejera”
- Sería en Benecid, un pequeño pueblito de apenas 70 habitantes (perteneciente al municipio de Fondón, provincia de Almería. Andalucía). “Se encuentra situado en el curso alto del río Andarax, a los pies de Sierra Nevada y dentro del parque natural. Esta ubicación privilegiada le otorga un paisaje caracterizado por su topografía escalonada, con colinas suavemente onduladas y terrazas agrícolas que se extienden a lo largo de las laderas”.
Y no fue necesario más, ya que se me antojaba un cóctel maravilloso (amistad, actividad física, confraternización y patrimonio) así que para allá que nos fuimos.
El programa comenzó con una breve charla para contextualizar la importancia de la red de acequias en esta comarca, considerando aspectos históricos, sociales, patrimoniales y ambientales. Pudimos conocer de su mano un poco más sobre cómo los lugareños supieron “sembrar el agua” en invierno para que rezumase en el estío, aguas abajo, con lo que no solo consiguieron hacer a la montaña más habitable sino que también modelaron sutilmente un hermoso paisaje cultural en el que acequias, bancales, paratas, balsas, bosques de galería, prados, apriscos, cortijadas, senderos, muros de piedra, construcciones escalonadas, cal, launa… Vinieron a conformar una singular arquitectura del paisaje plenamente integrada con el lugar y con sus claves ambientales y ecológicas.
La jornada de trabajo tuvo como objetivo rescatar un pequeño acueducto en la acequia de La Tejera, sacándolo a la luz y devolviéndole su funcionalidad. Ese acueducto había quedado aterrado por los arrastres y por la falta de mantenimiento desde hacía muchos años atrás. Y allí que nos empeñamos durante toda la mañana. Éramos un singular, maravilloso y selecto grupo de soñadores…
Fueron cuatro o cinco horas de gratísimo, aunque concienzudo esfuerzo que tuvo la recompensa de ver finalmente el objetivo conseguido. ¿Te perece que fue un logro humilde? Puede ser, pero también constituyó una hermosa lección de vida: el amor por los detalles, el respeto de las tradiciones, el poder de la colaboración…
Ese acueducto convertido en una hermosa metáfora sobre lo importantes que son las cosas humildes que tantas veces pasan desapercibidas en la vida. Y ese pequeño logro, como metáfora también de lo que se puede conseguir mano con mano y hombro con hombro… Ya que pudimos comprobar, una vez más, que la solución de tantísimas cosas también está en nosotros mismos.
Evelyn, Loïc, Maya, Gael, Agustín, Susana, Cristian, Paula, Álvaro, Eduardo, Leo, Manolo, Paco, Stefan, Valerie y Noelia… ¡Gracias de todo corazón! La próxima… ¿En Ferreira?
(Por cierto, si ponéis en el buscador del blog la palabra “acequia” os encontraréis con algunas sorpresas interesantes)