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Querido amigo Juan Carlos:
Hoy, por dos sitios diferentes he leído algo relacionado con la muerte; la pérdida del amigo de una prima lejana, y un relato de un buen amigo (¿verdad o ficción?) donde también se habla del fallecimiento en Trevélez de una tía del protagonista.
Y es que cuando nos creemos ser alguien, la vida se encarga de darnos lecciones sublimes y constantes, que parece que nos empeñamos en no querer interiorizar, cuando una y otra vez las vemos pasar por delante de nuestras narices; como le decía en Trevélez el cuñado de la fallecida a su hijo recién llegado de Barcelona, cuando éste le preguntaba que cómo le iba, y él respondía: “Pues asistiendo a mi vida hijo, esto nos demuestra una vez más, que no somos nada, nacemos, nos reproducimos y morimos, ese es el ritmo de la vida.”
Ojalá todo lo que hemos padecido, y lo que nos quede por padecer, sirva para que la Humanidad vuelva por sus fueros, los que ya hace muchos años empezó a abandonar inexorablemente, y comprenda de una vez, como muy bien dices al final de tu artículo de hoy, que como Humanidad somos capaces de afrontar por derecho cualquier reto que se nos cruce en el camino.
¡Que así sea!
Un abrazo como yo de grande.