Es temprano, mucho… pero necesitaba madrugar para poner en orden mis ideas. Necesitaba encontrar un pequeño remanso antes del amanecer, para apropiarme del tiempo por un rato y meditar.
Y es que aunque aún sea noche cerrada y la luz todavía se demore, la certeza de que se avecina un nuevo día me hace sentir que estas horas previas son como una propina que me regala la vida.
Hoy quiero gritar eso de ¡Al fin es viernes! porque han sido días llenos y llenos de cosas. Y el precio de caminar con pasión y con coraje es, seguramente, que al final de la semana uno necesita detenerse y respirar, observar y respirar, reflexionar y respirar…
Os confieso que cada vez me cansa menos ilusionarme con un nuevo proyecto, a sabiendas de que me exigirá todo. Y sin embargo, ya no me encuentro más sonrisas que ofrecer a los que siempre deshacen, entorpecen o critican…
Reconozco que estos últimos días, he seguido soñando y sembrando, a sabiendas de que la cosecha llegará… pero al mismo tiempo, como vosotros, no he podido dejar de ser espectador de lo que pasa en nuestro derredor. Y como reza la canción:
De lo que pasa en el mundo, ¡Por Dios, que no entiendo ná!
El cardo siempre gritando y la flor siempre callá…
Así que, para que grite la flor y que se calle el cardo, nada mejor que releer (o escuchar) la letra de esta conmovedora canción del cantautor Luis Guitarra, DESAPRENDER LA GUERRA:
Desaprender la guerra, realimentar la risa, deshilachar los miedos, curarse las heridas.
Difuminar fronteras, rehuir de la codicia, anteponer lo ajeno, negarse a las consignas.
Desconvocar el odio, desestimar la ira, rehusar usar la fuerza, rodearse de caricias.
Reabrir todas las puertas, sitiar cada mentira, pactar sin condiciones, rendirse a la Justicia.
Rehabilitar los sueños, penalizar las prisas, indemnizar al alma, sumarse a la alegría.
Humanizar los credos, purificar la brisa, adecentar la Tierra, reinaugurar la Vida.