Estos días pasados, en uno de mis artículos, recordareis que os narraba mis vivencias en los barrios paupérrimos que rodean a la ciudad de Arequipa, la segunda urbe del Perú. Y reflexionaba sobre la necesidad de asumir el compromiso de decir basta e implicarnos activamente para contribuir a cambiar las tornas de una sociedad que estamos construyendo sobre la miseria de miles, de millones de personas… y sobre la que se asienta también la avaricia de unos pocos.
Pues bien, al hilo de mis reflexiones, una respetadísima urbanista limeña me mostraba su hartazgo y su rabia sobre la sociedad de su país, donde la corrupción llega a demasiados rincones, expresando en las redes:
“¡¡¡Se impuso una visión de PERÚ COMO BOTÍN...deberá correr mucha agua debajo del puente para q esto cambie!!!”
Y con su grito de desesperanza se me vino a la mente un suceso que viví en primera persona. Seguramente el más lamentable que nunca sufriré como profesional. Seguramente también el más ilustrativo de esa metástasis de la corrupción…
Yo actué como debía… Con determinación. Y sin duda aquello me supuso un altísimo precio. Pero se que hice mi trabajo como debía… Aunque también reconozco que una vez que lo concluí, partí de aquella ciudad (“La ciudad blanca” la llaman) y ya nunca quise volver la vista atrás para comprobar qué pudo ocurrir tras mi marcha. Quizás porque estaba seguro de lo que iba a encontrar…
Sin embargo, en estos días la arquitecta Frida Escalante, con sus protestas, me ha incitado a volver la mirada…
Así que esta mañana, con el primer sorbo de café, bastaron unos segundos para que, al visitar GOOGLE MAPS, todo se me mostrase en su verdadera crudeza…
Pero hoy no tengo estómago para narrároslo. Lo haré en los próximos días, en esta misma semana… Ese es mi compromiso… Y seguramente sea bueno que os lo cuente.
Buen día para todos, aunque yo hoy no podré dejar de rumiar…