Esta mañana he madrugado, aunque no demasiado, para disfrutar con sosiego de unas horas que presumo serán deliciosas. Y si lo sé no es porque tenga un don especial que me permita anticipar esos momentos tan singulares que sólo nos llegan muy de vez en vez. No, no es por eso… Es mucho más simple.
Es porque hoy todo lo que me rodea propicia mi bienestar, gozo de paz interior, estoy bastante descansado, y no tengo prisa por nada. Si acaso por volver a casa y a la normalidad. A los quehaceres cotidianos. Al trasiego de mis niños y mi trabajo… A ese ritmo algo acelerado que me da la vida…
Pero eso será si acaso a partir del lunes… no de hoy. Hoy no.
He disfrutado de bastantes días de descanso y al recordarlos me suena a tópico eso de que han pasado rápidamente, casi sin enterarte… porque han sido tantas vivencias, tantos lugares, e incluso tantas personas las que se acercaron a mi vida en estos días intensos que, seguramente, necesitaré toda esta mañana para regodearme en su recuerdo. Y para fijarlos un poco más en mi memoria. Porque me encantaría que algunos de ellos se instalasen definitivamente en ella.
Y, por todo eso, hoy no tocaba recorrer caminos o veredas al amanecer; ni tan siquiera sumergirme entre las páginas de mi libro favorito. Tampoco hoy la prioridad era algún mercado en el que redescubrir los sabores y los olores locales, que con seguridad me evocarían a mi niñez, o a mi huerto.
Y ya habréis imaginado también que hoy no estará en mi ánimo descubrir alguna porción de la historia local. Como tampoco será el día más propicio para conversar sin prisa con algún lugareño. Ni tan siquiera con algún buen amigo…
Mirad: Estoy cómodamente retrepado, con la luz de la mañana filtrada por un bello cobertizo que, sin embargo, no impide que me acaricie la brisa de la montaña. Siento los aromas del monte, me deleito con el vuelo sereno de las águilas, y las nubecillas, al igual que yo, hoy no quieren tener prisa.
Y, ahora que lo pienso, ya no sé si en realidad estoy escribiendo lo que siento, o evocando lo que escribo… porque pareciera que hoy se me confunden las palabras, los recuerdos y los sentimientos…
Y en ese ir y venir, de repente me sorprendo canturreando aquello de:
"...Y te acercas, y te vas después de besar mi aldea.
Jugando con la marea te vas pensando en volver.
Eres como una mujer perfumadita de brea..."
Y, mientras canto, se me ha antojado que unos versos que os escribí hace unos meses, en realidad, quizás solo me brotaron para que hoy, precisamente hoy, los volviese a evocar y releer… tan llenos de significado. Porque terminaban justo donde ahora yo quiero comenzar:
“…recuerda que cada día hay un nuevo amanecer que te está esperando para que renazcas con él.”
https://laciudadcomprometida.eu/lo-que-sienten-mis-pensamientos/211-el-nuevo-amanecer-que-nos-espera
Desde Sakura Vera. Sábado, 31 de agosto de 2019