Ayer tarde recibí un incalificable mensaje que me envió una recién lectora de La Ciudad Comprometida. Seguramente el más generoso conmigo y también el más evocador de cuantos me llegaron en todos estos años. Por eso, mientras me tomaba el primer café del día, he decidido, aunque con bastante pudor, que voy a compartirlo contigo, no solamente para no guardarme esta alegría solo para mí, sino porque ese texto dice mucho, mucho.
Me lo escribe una experimentada bióloga, cuyo nombre omitiré:
“Debo confesar que en las últimas horas me he devorado gran parte de los textos que has compartido, disfrutando y degustando cada frase redonda, amena, evocativa y "personal". Es, que ese delicado urbanismo pedagógico, como lo llamas, viene a re humanizar lo que hemos desatendido, aquello que nos transforma en comunidad. Es sabio, es amable, pacífico y no por eso menos decidido, ético e integrador. Cuánto necesitamos esos diálogos para escucharnos, comprendernos y construir ciudades para que las personas puedan desarrollarse como sociedad.
Valoro y admiro tu audacia y la paz interior que tienes para poner en palabras tan sencillas y honestas tus pensamientos y emociones, integrando exquisitamente lo personal que es profesional y viceversa, haciendo de cada relato una sincera conversación de amigos.
Creo en la fuerza transformadora del metro cuadrado propio. Te comparto este concepto que vengo acuñando hace años como educadora ambiental.... Nada es posible si cada uno no se ocupa del único espacio de oportunidad personal para transformar nuestra comunidad, que es ese metro cuadrado propio: La distancia entre la nariz y la punta del dedo extendiendo la mano. Nuestro espacio más genuino de maniobra.
Ninguna realidad cambiará como es necesario, si a diario nos ocupamos más del espacio ajeno, que del propio.
Debo agradecerte profundamente. Escucharte y leerte me ayudan a reconducir mi eje en muchos aspectos. Coincido, suscribo y pienso con la misma perspectiva de la necesidad de activar más ciudades comprometidas, a través de involucrar a sus actores. Mi agradecimiento profundo para ti, por inspirar e interpelar en cada texto y acción en hacer eje en lo importante.
Gracias de corazón. Esto que te escribo es una de las formas agradecerte genuinamente por inspirarme, orientar mi mirada, provocar reflexión, compartir parte de tu esencia con sencillez…
Todo lo que uno da.... vuelve... corregido y aumentado.... y de las formas más extrañas.
Muy humildemente, nada que se asemeje a la elegancia de tus textos... Es lo que sienten algunos de mis pensamientos.”
Gracias inmensas de todo corazón.