Ya acabó el mes de agosto y por tanto el periodo vacacional por antonomasia, pero el caso es que, en contra de mi costumbre, me está costando elegir el tema con el que iniciar una nueva temporada de reflexiones…
Porque podría seguir contandoos algunas de mis vivencias. O como tengo web nueva, quizás ese también podría ser un buen tema que contaros. También me acaban de invitar a dar una conferencia en Bogotá ya que quieren fijarse en los principios de La Ciudad Comprometida para sus propuestas de eco-sostenibilidad y esa es también una bonita noticia. Y tengo una lista de novedades legislativas o técnicas que comentar, y numerosos buenos proyectos que contaros…
Pero algo en mi interior me dice que esos temas deben esperar a una mejor ocasión porque ahora lo que manda es otra cosa... Porque en estos días, una vez que en el mes de Julio ya quedaron constituidos los miles de ayuntamientos españoles, se está produciendo la puesta en marcha real de las nuevas agendas locales, y la consiguiente puesta de largo de miles de gestores públicos.
Y esa voz interior de la que os hablaba, lleva días gritándome que, aún a riesgo de ser pesado, debiera empezar, una vez más, hablándoos (hablándoles) de los principios que debieran presidir cualquier gestión pública sensible con las necesidades de la gente, y también audaz en la búsqueda de soluciones que traigan prosperidad para todos. En definitiva, empezar recordándo ese ABC con el que construir ciudad y ciudadanía: Un cóctel complejo, con muchos ingredientes, pero todos necesarios e imprescindibles:
- A favor de la integración de todas las comunidades locales, mejorando los servicios públicos que se les brindan, y dando prioridad a las políticas públicas en favor de los menos favorecidos y de los más vulnerables.
- Impulsando, con valentía y pedagogía, políticas sensibles y respetuosas con el ambiente y de mirada larga, porque nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos cada vez nos lo están reclamando con mayor contundencia.
- Trabajando en pro de territorios activos y emprendedores, pero sin olvidad que el desarrollo económico debe basarse en el uso racional de los recursos de cada lugar sin esquilmarlos.
- Una prosperidad que propicie la mejora socioeconómica y cultural de la población; que valore y proteja la cultura local y el patrimonio heredado de nuestros antecesores, que también deberá ser legada a los que nos sucedan; y sin perder la personalidad propia de cada lugar o territorio.
Y es que, aunque suene a “Perogrullo”, no existe mejor manera de avanzar hacia ese horizonte que planificar las actuaciones que se consideren necesarias, en cada territorio o en cada ciudad, a fin de poder garantizar cosas tan importantes como su sostenibilidad ambiental, social y económica, así como para mejorar sus sinergias. Y para ello, queridos gestores públicos, no hay otra receta que la de propiciar la participación de los ciudadanos, los colectivos sociales y las instituciones en dichos procesos para asegurar la idoneidad social de las decisiones adoptadas, y dotarlas de una institucionalidad tal que les permita que puedan perdurar en el tiempo…
Y, queridos amigos, seguramente el ingrediente más dificultoso sea el de tener muy presente que se tratará de una tarea que, si bien pueda estar coordinada por el concejal de turno o por el propio alcalde, sin embargo finalmente deberá ser cosa de muchos: de la sociedad, de sus dirigentes y de los especialistas ambientales, territoriales y urbanos.
Y que también requerirá de un segundo ingrediente, tampoco demasiado frecuente: tener muy presente que los planes, es decir, la acción pública, deberá estar al servicio de la sociedad y no al contrario, y que por tanto dichos trabajos de planificación futura llegarán a ser pertinentes solo si realmente puedan propiciar una mejora de la calidad de vida de las personas en todos los sentidos. Favoreciendo ciudadanos responsables, sensibles, cultos y comprometidos, por supuesto.
Porque, como sabemos muy bien los amigos de La Ciudad Comprometida, en las mejores ciudades, en los mejores territorios y en los proyectos más ambiciosos, siempre hubo un momento en el que apenas fueron un sueño; se cocieron lentamente y, finalmente, no han tenido un padre sino mil…
Nos esperan nuevas reflexiones para compartir. Me ha alegrado mucho volver a contactar con vosotros…