Los problemas que acarrea el turismo de masas para una ciudad se pueden visualizar en Barcelona seguramente mejor que en ningún otro lugar, sobre todo porque según las encuestas ya se ha constituido en la principal preocupación de sus ciudadanos, y basta recordar, por ejemplo, cómo durante el verano pasado cuando esta ciudad acogió a un número de visitantes récord, las protestas ciudadanas fueron a más e incluso se dieron por primera vez ataques contra intereses turísticos.
Y es que una de las consecuencias de la presión turística fuera de control tiene que ver precisamente con el encarecimiento de los precios de alquiler de viviendas, que en Barcelona están alcanzando subidas hasta ahora desconocidas, por su relación directa con la proliferación de los apartamentos turísticos “informales” que se comercializan a través de internet. Así pues, otra de las grandes preocupaciones de los barceloneses es hoy el problema de la vivienda.
Y en este punto es oportuno recordar que su actual alcaldesa, llegó a la alcaldía precisamente prometiendo afrontar decididamente estas dos cuestiones: turismo y vivienda, por lo que me gustaría reflexionar, al menos brevemente, sobre las políticas municipales llevadas a cabo en dichas materias.
En turismo se ha aprobado un novedoso plan urbanístico (PEUAT) que básicamente impide seguir construyendo más hoteles en el centro de la ciudad aunque sí que los posibilita en los barrios de la periferia, y que ha puesto en marcha diversas iniciativas para disminuir el impacto en los ciudadanos como son un plan de choque para detectar pisos turísticos ilegales, la realización de un censo de viviendas vacías o el establecimiento de índices de referencia para los alquileres de viviendas.
El Plan Especial Urbanístico de Alojamiento Turístico (PEUAT) regula la implantación de establecimientos de alojamiento turístico, así como de albergues de juventud, residencias colectivas de alojamiento temporal y viviendas de uso turístico.
Esta regulación responde a la necesidad de hacer compatibles los alojamientos turísticos de la ciudad con un modelo urbano sostenible basado en la garantía de los derechos fundamentales y la mejora de la calidad de vida de los vecinos.
Y también ha incidido el ayuntamiento en las zonas más presionadas por el ocio nocturno o por el turismo al establecer una moratoria en la concesión de licencias para locales de pública concurrencia.
Y en vivienda, Barcelona ha apostado decididamente por ampliar el parque público de viviendas en alquiler (10.000 pisos) y ha incorporado algunas medidas bastante imaginativas como por ejemplo “aprovechar la edificabilidad no agotada de la trama construida para trufar cualquier barrio de la ciudad con alquileres asequibles, a través de una sociedad mixta liderada por el consistorio para construir y gestionar nuevos pisos.
Y a mí me parece que se trata de iniciativas importantes y muy decididas para afrontar estos graves problemas, sobre todo si se tiene en cuenta que apenas han trascurrido dos años y medio desde que se inició la legislatura municipal… Por eso, cuando hace unos días leía en la prensa nacional una noticia titulada “Colau fracasa en sus dos objetivos: turismo y vivienda” me pareció tendenciosa, interesada o al menos escrita desde la mayor ignorancia sobre la complejidad legal, administrativa, técnica y política de poner en marcha medidas realmente estructurales, como las que se están impulsando en Barcelona para afrontar dos de sus mayores preocupaciones… porque digo yo: ¿Y qué es lo que están haciendo otros alcaldes al respecto en ciudades turísticas como Málaga, Granada, Toledo, San Sebastián o Córdoba?
https://elpais.com/ccaa/2017/11/14/catalunya/1510684702_139019.html
Imagen de la masificación turística en las Ramblas de Barcelona. Fuente:cronicaglogal