Deben ser los años, o más bien el saber que dan los años… porque cuando escribí hace unos días mi reflexión navideña para compartirla con todos vosotros, me volvió a inundar una grata sensación de bienestar y de paz.  Y es que ya empieza a ser una constante en mi vida (y en mi corazón) que cada vez que hago balance de algo (sea un acontecimiento, trabajo, una amistad o periodo de tiempo) tiendo a quedarme solamente con los mensajes positivos, como también a olvidar “esas otras lindezas” que siempre hay, claro.

Y es ese saber que va dando la vida el que quise sintetizar en mis "versos humanísticos", como alguien los denominó, porque creo que ya tanto viví y aprendí que siento tener la certeza de que no debo esperar para compartirlo con quien quiera escuchar. Aunque todos sabemos que solemos ser tercos a la hora de aprender en cabeza ajena… y quizás sea por eso que lo que cuento lo visto con versos y con retórica.

Y también para recordármelo a mí mismo. Porque si los vientos me son propicios, aún tendré otra media vida en la que aplicar todas esas esencias. Pues, aunque algunas de ellas ya las llevo grabadas en el alma, con otras sin embargo debo seguir perseverando… Como saben bien los que me conocen o los que me soportan…

Así que, con vuestro permiso, os los trascribo de nuevo por si en vuestro ánimo estuviese leerlos de nuevo, ya que como dice el dicho: “Nunca fue mal año por mucho trigo”:

EL NUEVO AMANECER QUE NOS ESPERA

Acostúmbrate a levantar la mirada para soñar tu camino,

pero no olvides esforzarte en recorrerlo cada uno de tus días.

Vuélcate con tus seres más cercanos,

tejiendo vínculos que ni la distancia ni el tiempo puedan ajarlos.

Saborea el dulzor de las amistades añejas,

pero abre también tu corazón a otras nuevas que vayan llamando a tu puerta.

Recibe con una sonrisa a aquellos que la vida ponga en tu camino,

y no escatimes tu afecto ni tu consideración hacia ellos.

Cultiva la llama de la memoria de los seres que te precedieron,

para que pervivan en tu corazón y sean una fuente permanente de luz.

Sé generoso al compartir los conocimientos que la vida te enseñó,

pero también escucha con humildad lo que otros quieran decirte.

Esmérate en el desempeño de tu labor,

ya que con tu esfuerzo serás el motor que anime a otros a seguir tu ejemplo.

Eleva cada día orgulloso tu grito de libertad,

que se una a otras voces en un canto coral pleno de concordia y de respeto.

No permitas que los años endurezcan tu corazón,

y sustituye la severidad por la comprensión hacia los demás y contigo mismo.

Y recuerda que cada día hay un nuevo amanecer

que te está esperando para que renazcas con él.

De nuevo, ¡Feliz Navidad y un venturoso 2019!