Hace unos días he tenido la oportunidad de dialogar con la arquitecta Jennifer Barrera (que ha sido directora del programa de arquitectura de la Universidad de Pamplona en Villa del Rosario, Colombia) y a quien conocí hace años cuando fui invitado a su universidad para impartir una conferencia. Y nuestra conversación versó sobre las estrategias pedagógicas para la enseñanza de la arquitectura.
La arquitecta me estuvo narrando cómo los procesos de diseño han ido evolucionando a lo largo de la historia:
“Desde la antigüedad se ha tenido un especial interés por dar un cierto orden e identidad al diseño arquitectónico. Veámoslo a grandes rasgos a través de un recorrido histórico:
Los griegos buscaban a través de la generación de atributos de belleza conseguir la perfección; Posteriormente Vitruvio realizó el primer tratado de arquitectura, con lo cual intentaba dirigir el quehacer del arquitecto estableciendo como principios básicos tres factores: Firmitas, Venustas y Utilitas, los cuales debían tener una cohesión lógica para obtener un resultado idóneo.
La cultura Romana estuvo basada en la hegemonía, que se reflejó en una arquitectura plena de grandiosidad y exuberancia, mientras que en la edad media la austeridad fue la que predominó, como muestra del giro ideológico provocado por el cristianismo.
Posteriormente en el Gótico se hizo uso de los avances tecnológicos y se expresó el simbolismo religioso a través de la majestuosidad y ligereza de su arquitectura, justo lo contrario al razonamiento matemático del Renacimiento, que establecía la representación como herramienta de diseño y primer paso para hacer arquitectura, ya que posteriormente, según lo planteado gráficamente, se ejecutaría lo proyectado -este fue el primer indicio de un proceso de diseño-.
Con posterioridad, durante el Barroco, la expresividad prevaleció ante la técnica, pero con la apertura de la Academia Real de la Arquitectura que impulsó un conocimiento más exacto y una teoría más correcta se otorgó a la arquitectura un carácter más racional, y en esta época se gestaron manuscritos que influyeron en la creación de la escuela de Bellas Artes en Francia, la cual tenía como principal objetivo enseñar a diseñar a partir de un problema específico que era solucionado desde un método lógico.
Y Finalmente, ya con el movimiento moderno, se asumió la arquitectura como una máquina donde la objetividad y racionalidad eran fundamentos para la actividad proyectual. Y debido al enfoque de este movimiento se hizo necesario el control en el desarrollo del proyecto y como resultado de esta necesidad, surgió el proceso de diseño”
Y en el transcurso de nuestra conversación me fue explicando el hecho diferencial que supuso que a partir del Renacimiento y la llegada de la representación gráfica se proporcionó al diseñador un mayor control del resultado, y desde la proyección se hizo factible realizar revisiones y modificaciones, pero también permitió detallar técnicamente el proyecto y esto posibilitó un desarrollo controlado del proceso constructivo de la edificación.
Y así la conversación fue derivando hacia su experiencia en la enseñanza de la arquitectura y en las estrategias metodológicas para ello. Y os quiero trascribir la cita con la que concluimos nuestra conversación, en la que la arquitecta aludió a L.R. MORALES en su libro ”DISEÑO: ESTRATEGIA Y TÁCTICAS” (2004):
“Los métodos de diseño son procedimientos enseñables/aprendibles, repetibles y comunicables que ayudan al diseñador en el proceso de diseñar”
Diciéndome, a modo de resumen: “Por tal razón, es indispensable desarrollar metodologías aplicadas a la enseñanza de la arquitectura que además de aportar conocimientos, sumen destrezas y lógicas aplicables a un proceso creativo coherente y continuo.”