Hace unas semanas recibí la invitación de un partido político para que impartiera a sus alcaldes y demás responsables políticos un taller sobre los retos actuales de las ciudades. La invitación vino de la mano de Gonzalo Mochón, que ha asumido recientemente la Subsecretaria de Estudios y Programas del Partido Popular de Granada, y me insistió en que valoraba sobre todo mi independencia y mi experiencia.
Comprenderéis que con esas mimbres todo pintaba bastante bien. Así que bastaron un par de conversaciones para que ambos conviniéramos que el enfoque debería ir orientado hacia la necesidad de propiciar un urbanismo ágil y dinámico que aborde los retos actuales de las ciudades.
Finalmente, ese taller ha sido celebrado el pasado 14 de enero y os confieso que fue muy gratificante explicarles que, a fin de cuentas, solo hay dos clases de urbanismo: El que mira por los ciudadanos, y el otro… Así que ya adivinaréis de cuál de los dos les estuve hablando…
Hay coincidencia general respecto de que contar con un adecuado proyecto de ciudad, que sea fácilmente gestionable, es imprescindible para generar desarrollo y actividad económica en los municipios. Como también de todos es sabido que la formulación de los instrumentos de planeamiento, en cualquiera de sus modalidades, suelen acarrear una tremenda complejidad administrativa, hasta el punto que sus trámites de aprobación requieren plazos tan amplios que las mayores de las veces se tornan inviables.
Y es que adoptar decisiones sobre la ciudad o el territorio, además de los aspectos meramente políticos, siempre supone la confluencia de numerosas cuestiones legales que tienen su origen en las regulaciones de numerosos organismos autonómicos o estatales, cuya aplicación y criterios interpretativos es como poco compleja.
En ese contexto administrativo, la sociedad actual demanda de los responsables políticos la regulación de numerosas cuestiones que guardan una relación estrechísima con la calidad de vida de las ciudades, y por tanto con el urbanismo local: la movilidad y el transporte, la mejora de la accesibilidad, avanzar en la sostenibilidad y en la reducción de la huella de carbono, la mejora de las dotaciones públicas, la inspección técnica de edificios, la protección del patrimonio cultural, propiciar un medio ambiente urbano saludable, favorecer el desarrollo económico local, avanzar en las políticas de vivienda o de salud pública…
Unas cuestiones diversas y bastante técnicas cada una de ellas que, a su vez, están reguladas por legislaciones cambiantes, aplicadas también de manera e cambiante, para conformar, en definitiva, un puzle legislativo e interpretativo de una gran complejidad (Baste comprobar, por ejemplo, la ingente producción legislativa producida durante los últimos dos años en Andalucía).
Sin embargo, la acción pública en los municipios debe seguir adelante. Porque, como se afirmaba al principio, hay coincidencia general sobre que el mejor instrumento para propiciar el desarrollo municipal no es otro que dotarse de un Plan Urbanístico Municipal bien realizado y actualizado y, lógicamente, propiciar su gestión, ya que va a ser la llave para propiciar infinidad de proyectos públicos y privados. Así que no hay otra alternativa que afrontar dichas tareas. Ello va a requerir de un asesoramiento bastante especializado en el que confluyan numerosos especialistas, pero así mismo requerirá de los responsables políticos puedan ejercer el liderazgo que les corresponde, para lo cual se hace imprescindible un mínimo conocimiento sobre dichas cuestiones.
Por otro lado, de manera paralela, la captación de recursos económicos por los municipios exige participar de manera competitiva en numerosas convocatorias de ayudas y subvenciones que directamente o indirectamente están relacionadas con la mejora de la calidad urbana, la sostenibilidad, la reducción de la huella de carbono… y gran parte del éxito en las mismas tiene que ver con el hecho de que desde el municipio se tenga bien definido y actualizado su modelo urbano y territorial, ya sea a nivel general (planeamiento urbanístico) o mediante planes sectoriales, como por ejemplo Planes Municipales de Vivienda y Suelo, Planes De Movilidad Urbana Sostenible, Planes Locales de Instalaciones Deportivas, etc. ya que serán la llave para acceder a numerosas ayudas públicas.
Por tanto, los nuevos tiempos van a requerir de nuevas políticas urbanas ya sea mediante la revisión en profundidad de sus PGOUs (lo que va a suponer un esfuerzo económico y administrativo intensísimo), o ya sea con sutiles labores de acupuntura en los mecanismos de gestión vigentes para hacerlos viables:
- porque las empresas necesitan que se les faciliten solares urbanizados para implantarse,
- porque las ciudades necesitan suelos para completar las dotaciones que demandan los ciudadanos,
- y porque las familias necesitan acceder a viviendas dignas y económicamente asumibles.”
Y, entre medio de todo ese discurso estuvo presente, la necesidad de propiciar la gobernanza municipal, con diálogo y acuerdos amplios… y para reconstruir puentes con una ciudadanía descreída. Por eso quise acabar con algunas buenas practicas municipales de las que fui testigo y que os compartí en La Ciudad Comprometida:
Así pues, mi mas sincera felicitacion a Gonzalo Mochón y por extensión a los Populares de Granada por esta inicativa que ojalá pueda redundar en el que tengamos mejores gobernantes, mejores ciudades y mejores ciudadanos.