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JCGR firmando

Una apreciada colega de Colombia, que imparte clases a los futuros arquitectos en la ciudad de Ibagué, me escribió hace unos días con un lamento: “He notado la falta de pasión (de mis alumnos) por la arquitectura y me preocupa”

Y de ahí surgió un “Conversatorio” (como a ellos les gusta denominar) en el que participé y disfruté el pasado sábado junto a otros dos excelentes docentes de la Universidad Antonio Nariño. La profesora Jennyfer Barrera había previsto que profundizásemos en un mensaje que exhibe la Sociedad Colombiana de Arquitectos:

"La buena arquitectura CONSTRUYE sociedad, GENERA sentido de pertenencia, emociones positivas y TRAZA un mejor vivir; la buena arquitectura debe ser PARA TODOS. 

No hay que olvidar que trabajamos para personas que habitan los espacios, por eso nuestro trabajo debe responder a sus requerimientos, respetando su cultura, su entorno y el medio donde pertenecen."

Pero, aquello que había surgido como una excusa para que los estudiantes pudieran asimilar que la arquitectura guarda una estrecha relación “con el ser humano, la cultura, el análisis del lugar, las sensaciones…” terminó siendo un taller en el que los ponentes estuvimos abriéndoles el horizonte de sus inminentes vidas profesionales, e inyectándoles buenas dosis de amor, pasión y compromiso con una noble profesión que está destinada, ni más ni menos, que a mejorar la calidad de vida de la gente.

Por esos requiebros que tiene el destino, precisamente esa misma mañana, un buen amigo acababa de recomendarme el último libro del escritor colombiano Juan Gabriel Vázquez en el que, bajo el título VOLVER LA VISTA ATRÁS, “narra desde la ficción la vida del cineasta Sergio Cabrera y da cuenta de la complejidad de interpretar y relatar una vida ajena… una oportunidad para sentarse en el borde de la cama y volver a esas imágenes que le dan sentido al presente y a lo que somos”

https://www.elespectador.com/noticias/cultura/entrevista-a-juan-gabriel-vasquez-sobre-su-libro-volver-la-vista-atras-basado-en-la-vida-de-sergio-cabrera/

Y eso enseguida me trajo a la memoria que, en 2017, encontrándome precisamente en Colombia (Bogotá), sentí que yo también debía debía pararme un poco y volver la vista atrás, y hacer un cierto balance de mi vida. Y también sentí que debía narrarlo. Para mí mismo y para compartirlo. Y de ahí surgió un libro intimista denominado: REFLEXIONES DESDE LA CIUDAD COMPROMETIDA: LO QUE SIENTEN MIS PENSAMIENTOS.

70047982 10219441797417712 4372157577820110848 ocon este enlace podrás descargártelo: https://laciudadcomprometida.eu/suscribete

Y por eso me pareció que quizás les podría ser útil aquellos jóvenes, a los que el mundo les va a abrir sus puertas de par en par, que les compartiera compartir algunas de las reflexiones que escribí en aquellas semanas previas a mi vuelta definitiva a Granada. Porque les ayudaría a entender el camino que había decidido recorrer durante mis treinta y tantos años como arquitecto. Y les conté cosas como estas:

“Soy arquitecto y con este oficio, solo apto para soñadores, se ha ido mol­deando mi carácter a medida que iba tomando cuerpo mi convicción de que yo, como todos, día a día, podía contribuir a que las cosas cambien a mejor… Y mientras os escribo se me eriza la piel al comprobar que, quizás también, la estela que dibujé durante todos estos años pueda servir de guía a otros que sientan la necesidad de im­plicarse de lleno en esa tarea.

Ya han pasado más de tres décadas desde entonces y me siento tre­mendamente afortunado por toda la experiencia que he acumulado como consecuencia de los numerosos pro­yectos de todo tipo en los que he tenido la suerte de intervenir. Con cada uno de ellos he crecido y madurado, pero no solo en conocimientos técnicos, so­bre todo en el grado de implicación colectiva que los arquitectos tenemos que asumir para la mejor construcción de nuestras ciudades…

No hace mucho escribí que no tenía duda alguna de que uno mis pilares esenciales ha sido mi maravilloso equipo, ya que unos y otros me ayudan cada día a conjugar la ética con la excelencia. Y otro de ellos ha sido la asunción de un creciente compromiso con la colectividad, con la arquitectura, con la armonía, con la equidad social, con el respeto a la memoria histórica, con la sostenibilidad… Y eso me lleva a pensar en tantos y tantos excelentes ciudadanos gracias a los cuales nuestras ciudades, nuestra sociedad, nuestro mundo, y en defini­tiva todos nosotros, somos sin duda un poco mejores.”

Y hablándoles de esa manera me seguí abriendo a ellos exponiéndoles “ese manual” que me ha permitido llegar a donde estoy hoy en día y, sobre todo, a ser quien hoy soy, en la esperanza de que también les pudiera ser útil a ellos:

“Os será fácil apreciar los vínculos tan arraigados que tengo con mi tierra y con mis gentes, aunque reconozco también que cada vez se me ensanchan más esos términos, tras tantos años retando a la vida en mi condición de granadino errante…

Pero os confieso que yo ya no sabría entenderme sin La Ciudad Comprometida. Porque ha sido a tra­vés de sus páginas virtuales como ha ido aflorando todo el sentido de mi yo, como persona, como ciudadano o como arquitecto… para hoy poder vi­sualizar la magnitud que pueden llegar a tener los aportes personales para esa tarea titánica, pero mara­villosa, de construir un mundo diferente, más justo, con mayores y mejores opor­tunidades para todos. Donde la esen­cia de lo que ha sido esté presente en el moldeado de lo que pueda ser.

Por eso para mí, La Ciudad Compro­metida es mucho más que un blog. Es un reto, es un afán, es un compro­miso que ayuda a explicar que todos los días, aquí o allá, en la red o en vivo, con palabras y sobre todo con los he­chos, cada vez somos más los que te­nemos claro que no podemos ser sólo espectadores en un mundo que cada vez nos gusta menos.”

Y en algún momento de aquella intensa conversación virtual también les compartí algo en lo que creo firmemente: “que la mejor huella que los profesionales podemos dejar es un buen legado de concordia, de buen hacer, de diálogo... y no debemos olvidar que cualquier oportunidad es perfecta para llevarlo a cabo”.

Quiero felicitar a la profesora J. Barrera por esta preciosa iniciativa y también agradecerle la oportunidad que me ha brindado en compañía de los arquitectos Dimitry Zawadzky Zapata y Eduardo Peñaloza Kairuz, a quienes felicito por su gran humanidad y cercanía. ¡Hasta siempre!

01 CONVERSATORIO