Por alguna extraña razón, solemos concentrar mayor atención y energía en esos pequeños fracasos y decepciones puntuales que son inherentes a la vida.
E incluso cuando afrontamos algún reto (y yo os garantizo que casi cada día asumo uno distinto), las piedras del camino pareciera que pesasen más que los logros.
Pero quizás bastaría con cambiar de óptica para que nuestra percepción y nuestra respuesta fuesen distintas…
Yo tuve la dicha, por ejemplo, de trabajar en decenas de territorios, ciudades y pueblos. Seguramente en los más bellos lugares y para las más bellas personas.
Y al mirar hacia atrás, sin olvidar el gran esfuerzo que me requirieron, sin embargo veo con nitidez que con la luz de mi compromiso y de mi fe pude ayudarles a trazar un nuevo futuro.
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