¡Cuánto me alegro! ¡Qué merecido!
Permitidme que hoy comience mi reflexión con tanta expresividad, pero es que la ocasión lo merece. Porque en esta semana que ahora acaba el arquitecto PEDRO SALMERÓN ESCOBAR ha recibido la Medalla de Oro al Mérito en la Bellas Artes de la mano de los Reyes de España. Se trata de una distinción de enorme prestigio que había sido aprobada por el Consejo de Ministros a propuesta del Ministerio de Cultura y Deporte, pero cuya entrega formal había sido aplazada como consecuencia de la crisis sanitaria.
El Colegio de Arquitectos de Granada, muy orgulloso y con razón, se hace eco de dicha noticia recalcando que con estas medallas “se distingue a las personas y entidades que han destacado de modo eminente en el campo de la creación artística, prestando servicios señalados o fomentando notoriamente la enseñanza, el desarrollo y difusión del arte o la conservación del patrimonio artístico nacional”.
Y yo, a través de esta voluntariosa ventana, también quisiera mostrarle todo el respeto, la admiración y el agradecimiento que le profeso. Por el enorme prestigio que aporta a la profesión de la arquitectura, por los excelentes logros conseguidos a través de su prolífica vida profesional, por su afán por compartir los conocimientos adquiridos, y por ser un verdadero ejemplo de coherencia personal y profesional. Es decir, todo un espejo en el que mirarse... ¡Ahí es nada!
Esta mañana, antes de ponerme al teclado, me he regalado una visita virtual por su brillante “vida entre andamios” http://pedrosalmeron.com/ y me he llenado de orgullo sano al visualizar en apenas una hora el ejemplo vital y el camino que nos muestra a los arquitectos a través de sus algo más de 50 años de profesión.
Es verdad que sobre todo se le conoce y se le respeta como uno de los más grandes especialistas en cuestiones patrimoniales:
La labor profesional de Pedro Salmerón Escobar se caracteriza por la diversidad de proyectos desarrollados a lo largo de su trayectoria, entre los que cobran especial significación obras de conservación y restauración del patrimonio histórico inmueble de diferente naturaleza…
pero esa fama merecida no es solo porque haya dirigido proyectos en algunos de los monumentos más relevantes de Andalucía (La Alhambra o las Catedrales de Granada y Jaén, por ejemplo) sino porque a lo largo de los años supo llenar de contenido y de significado el papel que un arquitecto, en su rol de especialista integrador de conocimientos, puede aportar en los diversos campos que requiere la acción cultural: conservación, investigación, difusión, gestión, planificación…
Actualmente, cualquier propuesta metodológica aplicada a la conservación y restauración del patrimonio histórico plantea el concurso de numerosas disciplinas interesadas en desplegar todo su saber para alcanzar, de manera más integral y avanzada, los fines perseguidos. Pero las metas no están garantizadas simplemente con esta participación, sino que son el resultado del esfuerzo combinado y convergente de todos los agentes implicados.
Aunque hace ya muchos años que dejó de impartir la asignatura de Construcción e Historia de la Arquitectura en la Universidad de Granada, en realidad nunca ha dejado de enseñar y de difundir conocimiento y buenas prácticas. En mi caso, os reconozco que lo mucho que yo pude aprender de Pedro ha sido analizando y estudiando algunos de sus trabajos, muchos de los cuales han servido para definir criterios metodológicos sobre campos y temáticas antes nada o muy poco explorados. Por eso sus estudios sobre paisaje y patrimonio, sus planteamientos para intervenir en los conjuntos catedralicios, su capacidad para formular innovadores instrumentos de gestión para las políticas culturales, o el rigor con el que resuelve sus proyectos, constituyen por si solos una verdadera fuente de conocimiento:
Para intervenir adecuadamente en el patrimonio inmueble, es necesario estudiarlo, entender su significado y su devenir en el tiempo, y actuar desde cada proyecto con los apoyos científicos y tecnológicos necesarios. Esto quiere decir que las acciones pueden ser conceptualizadas y proyectadas empleando unos métodos capaces de integrar el conocimiento obtenido y las iniciativas programadas, sin huir del compromiso adquirido con la sociedad, ni del diálogo con los contextos
Te contaré algo que nunca le dije a Pedro Salmerón, con el que en realidad apenas he cruzado algunos breves saludos, a pesar de que ambos compartimos barrio: Hace ya muchos años, cuando era un joven arquitecto que asesoraba al Obispado de Guadix, se me encomendó la restauración de la Concatedral de Baza (Granada) y una persona muy querida me dijo:
“Aprende de Pedro: de su implicación, de sus conocimientos, y de su criterio para rodearse de los mejores especialistas”
Y vaya si lo procuré… y no solo entonces, sino que yo diría ¡A partir de entonces! ¡Gracias! Aunque ahora, años después, a aquellas virtudes que me narraron yo añadiría alguna más:
“Aprende también de su enorme coherencia como profesional, de su franqueza cuando tiene que pronunciarse sobre cuestiones que nos atañen socialmente, y de su generosidad al compartir lo que la vida le pudo enseñar”
En fin, que como os decía al principio, me siento muy gratificado con este reconocimiento público que se le ha hecho, ya que contribuye aportando mucha luz a la profesión de la arquitectura, y porque a través del mismo la sociedad muestra su gratitud a este extraordinario arquitecto y buen ciudadano, cuyos valores de alguna manera son los mismos que desde este blog también queremos propiciar, así que, maestro Pedro Salmerón, permítenos también a los lectores de La Ciudad Comprometida que te reconozcamos, a partir de ahora, como uno de nuestros más apreciados CIUDADANOS COMPROMETIDOS.