Hace unos días se ha celebrado el Día Mundial del Urbanismo y, entre los muchos mensajes que recibí más que nada desde América, ya que allí son muy dados a estar pendientes de toda clase de eventos, me he quedado prendado con uno desde Salta (Argentina) y me lo mandó mi colega Claudia Lamas, una mujer llena de fuerza que lleva años combinando diferentes pasiones: la pintura, la arquitectura, la gestión pública y la enseñanza.
Le tocó ser directora de planeamiento urbano donde vivió “lo difícil y a la vez apasionante que es la transformación de una ciudad” y hoy continúa desarrollando su vocación desde la universidad.
Pero Claudia, a quien conocí hace unos años cuando dirigí una especialización sobre Urbanismo y Medio Ambiente para profesionales latinoamericanos, es solo uno más de los centenares, miles, de buenos profesionales entregados a su labor, cada día, propiciando que con cada detalle nuestras ciudades sean más habitables, más justas, más organizadas, con mejores oportunidades…
Nunca olvidaré, como sé que ellos tampoco, que en aquel curso acuñamos juntos nuestra misión como “misioneros del urbanismo”, juramentándonos que allá donde la vida nos llevase, no dejaríamos de reivindicar activamente mejores entornos en los que vivir, ya que, por desgracia, la mayor parte de las ciudades de sus países de origen, son tremendamente injustas y agresivas para con las personas que las habitan. Y con nuestra acción, allá donde desempeñásemos nuestra labor, intentaríamos revertir esa perversa dinámica…
Pero para ello, deberíamos estar bien formados, y creer firmemente en nuestra labor para poder desempeñarla con pasión… con decisión y con persuasión… para remover conciencias y para cambiar voluntades.
Como tampoco nunca olvidaré que durante la clausura de aquel curso Claudia me confesó que se encontraba en una encrucijada, ya le acababan de ofrecer la dirección del museo de arte contemporáneo de su ciudad, pero también amaba su labor como arquitecta y urbanista… Recuerdo que le dije, con algo de solemnidad, que yo conocía a decenas de buenos arquitectos y aun puñado de buenos urbanistas… pero que sin embargo no tenía el honor de conocer a ningún buen director de un museo. Claudia, me abrazó porque acababa de tomar una decisión…
Así que en este día quiero mandar un fuerte abrazo a todos aquellos buenos alumnos (Claudia, Nidia, Eliane, Laura, Karina, Ana Cristina, Janeth, Susana María, Sol, Jhon, Melissa, Adrián, Rubén...), mis queridos colegas misioneros del urbanismo.