“En mi pueblo todo es tan maravilloso… que también todo está protegido…”
Así de elocuente se expresaba Javi Vazquez, el alcalde de Pórtugos. Un pequeño municipio rural, localizado en pleno corazón de la Alpujarra granadina (Andalucía, España). A 1.300 metros de altitud y mirando hacia el Mediterráneo.
La Alpujarra es una de las comarcas serranas más reconocidas internacionalmente y podría describírtela hablándote de su abrupta orografía, en la ladera sur de Sierra Nevada; de la delicadeza con la que sus gentes miman los recursos que les brinda la naturaleza; o de la inteligencia con la que han sabido vivir en un medio físico tan hostil. Prueba de ello son su ancestral sistema de acequias que alimentan los cultivos agrícolas que aterrazan a las montañas, o la arquitectura de sus pueblos escalonados, que sobresalen paisajísticamente por su inmaculado aspecto compacto.
Y es que Pórtugos es un magnífico exponente de todos los valores culturales y naturales que justificaron la declaración de los Parques Nacional y Natural de Sierra Nevada, o del B.I.C. Sitio Histórico de La Alpujarra Media Granadina y La Tahá, el espacio cultural protegido más extenso de toda Europa.
Pero, aunque el pueblo es bello y su aire huele a miles de esencias naturales, sin embargo, la vida no es nada sencilla para los 389 habitantes de este pequeño municipio rural de alta montaña, ya que, como tantos otros, está inmerso un dramático proceso de envejecimiento y de despoblamiento rural.
“Cuanta menos población, más difícil es mantener los servicios actuales…”
Es verdad que desde hace años la actividad agraria tradicional se va complementando con los secaderos de jamones y con el turismo rural, que le permite contar con numerosos visitantes, especialmente durante los fines de semana. Pero el alcalde enseguida puntualiza:
“Aunque hay varios secaderos de jamones, sin embargo, muchos de los que allí trabajan vienen cada día y se vuelven a ir. Y de la agricultura vive todo el mundo menos el agricultor…”
Y con respecto al turismo rural, se queja de que ni este ni otros pueblos cercanos lo tienen nada fácil para encontrar un razonable equilibrio entre normas de protección y también algo de flexibilidad, para poder hacer más sencilla la vida a los lugareños.
Porque llegados a este punto, debéis saber también que las gentes sabias de este minúsculo municipio de las montañas andaluzas saben perfectamente que no es posible trazar un futuro halagüeño sin apoyarse precisamente en sus grandes valores y atractivos naturales y culturales… y en la búsqueda de ese difícil equilibrio, a mí me maravilla el tesón y el afán con el que están impulsando un PGOU (Plan General de Ordenación Urbanística) que yo calificaría de modélico. Un instrumento para pensar el futuro con el que me encuentro plenamente identificado por su rigor y su valentía. Y también un instrumento de gestión que, una vez concluido, va a simplificarles todos los trámites y autorizaciones, que ya no pasarán por tantos organismos.
Pero no solo eso, sino que están impulsando otras iniciativas preciosas. Y, por ejemplo, yo voy a destacar, para contaros, un precioso proyecto para mejorar el uso público de uno de sus grandes atractivos naturales y turísticos: el paraje de Fuente Agria y el Chorreón: una surgencia natural de agua ferruginosa y mineromedicinal que data de tiempos inmemoriales, ubicada a las afueras del pueblo. Un singular punto de encuentro para el ocio y las tradiciones.
Recientemente hemos podido concluir este proyecto, del que estamos muy orgullosos, a través del cual:
- se cataloga y protege este patrimonio natural y etnográfico.
- se resuelve la accesibilidad peatonal desde Pórtugos y se ordena el lugar.
- se mejoran los servicios y dotaciones para potenciar el turismo y las actividades de ocio-recreativas.
- y se pone en valor el paisaje y los valores ambientales de Fuente Agria y el Chorreón, y de su entorno.
Por eso quería contaros estas cosas… porque es necesario que se sepa el rigor y la sensatez con la que trabajan en muchos pueblitos, como en este caso Pórtugos, para dibujar un futuro mejor para sus gentes… aunque el viento no lo suelan tener a su favor.
Ya que, como poco, debemos felicitarles y estarles muy agradecidos por su ejemplo.