Una buena amiga mía no cree que las cosas que ocurren sean fruto del azar, de la casualidad, sino más bien de la causalidad… Y tú te dirás que a qué cuento viene esto, pues te lo diré, pero empezando desde el principio:
Resulta que por estas fechas se cumplen cuarenta años desde la entrada en vigor de la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español (LPHE) uno de los primeros y más evidentes indicios de la nueva modernidad que empezaba a llegar a nuestro país (con posterioridad, ya en 2007, el Parlamento Andaluz la complementó con la Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía).
Fíjate que la LPHE, ya desde su preámbulo empieza a sentar cátedra, al afirmar que “El Patrimonio Histórico Español es el principal testigo de la contribución histórica de los españoles a la civilización universal y de su capacidad creativa contemporánea. La protección y el enriquecimiento de los bienes que lo integran constituyen obligaciones fundamentales que vinculan a todos los poderes públicos....
Pero me estoy dispersando, jajajajaj. El caso es que hace apenas unos días decidí darme un respiro para coger aire (y fuerzas) e irme a la montaña. La ruta elegida sería ascender a la línea de cumbres del Parque Nacional de Sierra Nevada (Granada/Almería. Andalucía, España) y visitar el añejo Refugio de Elorrieta, conocido como el más alto de Europa, ya que se encuentra a nada menos que 3.187 metros de altitud sobre el nivel del mar, en el vértice superior del municipio alpujarreño de Capileira.
Pero (y ahí viene lo de la causalidad) esa misma mañana, mientras degustaba un rico café, me topé con un artículo publicado en Linkedin que se hacía eco de la efeméride de la LPHE… y, claro, ya fue inevitable que viniera a mi mente el recuerdo de una absurda polémica que se dio hace años. Pero te cuento.
Todo surgió a cuenta de la pretendida demolición del refugio por la dirección del Parque Nacional, obviando sus indudables valores arquitectónicos como edificio adscrito al Movimiento Moderno, con la justificación de que sería para renaturalizar esa cumbre tan emblemática... Parece ser que para ello contaban con el respaldo de la Federación Andaluza de Montaña, que consideraba que este tipo de instalaciones debían estar en cotas no tan extremas.
¡En fin! Que la que se armó fue de aúpa: Porque centenares de montañeros granadinos se pusieron en pie de guerra porque “estos espacios montañosos, han pasado de ser simples albergues para alpinistas a complejos arquitectónicos llenos de historia”.
El caso fue que se sucedieron iniciativas de todo tipo, algunas realmente bellas y memorables, aunque para mí la más emotiva fue la cadena humana en torno al refugio de 400 montañeros, que quedó recogida en un documental que te comparto:
https://youtu.be/JaqIqn0W7UY?si=Gie3bF516mNzODSM
También dio lugar a que la Fundación DOCOMOMO Ibérico (documentación y conservación de la arquitectura y el urbanismo del movimiento moderno) decidiese incluirlo en su inventario, con la siguiente descripción que hicieron los investigadores granadinos Juan D. López-Arquillo y Cristina Maldonado Granados:
El refugio de alta montaña Elorrieta, situado a 3.187 metros de altitud en la cabecera de un valle glacial, se llevó a cabo como albergue para trabajadores y técnicos forestales en el marco del proyecto de reforestación e investigación en explotación forestal de las altas cumbres de Sierra Nevada en el valle del río Lanjarón.
Promovido por D. Octavio Elorrieta, es un ejemplo perfecto de las arquitecturas extremas tradicionales, que no sólo se mimetiza con las cumbres por su ubicación, sino por estar construido con materiales del lugar…
Los espacios soterrados están dotados de una salida al exterior mediante otro volumen de pequeñas dimensiones que sobresale perpendicular al primero. Sobre éste segundo volumen se sitúa una gran alberca nival, para permitir la acumulación de agua. El volumen exterior acogía originalmente los servicios comunitarios del refugio, estando los dormitorios dispuestos en la zona soterrada.
El conjunto está realizado con cubierta abovedada rebajada sobre muros rectos sin contrarresto de empuje, con técnicas constructivas de mampostería de pizarra y serpentina de Sierra Nevada, obtenida en la zona, y con mortero mixto que, con enorme dificultad, los arrieros subieron hasta el lugar. Todo estaba revestido exteriormente con un bruñido muy resistente, que aún hoy se conserva en muchas partes.
https://docomomoiberico.com/edificios/refugio-elorrieta/
Y también ha dado lugar a trabajos de investigación de los cuales yo valoro especialmente el titulado "El Refugio Elorrieta. Herencia superviviente de Sierra Nevada" obra del arquitecto canario Cristóbal Adrián García Almeida, formado en la Escuela de Arquitectura de Granada, que nos sumerge en un viaje épico a través de la dicotomía entre lo natural y lo construido:
“En las majestuosas montañas de Sierra Nevada, donde la naturaleza y la arquitectura se entrelazan, surge una encrucijada que desafía el corazón de los viajeros y los guardianes del patrimonio…
¿Qué secretos guardan los refugios de alta montaña? ¿Cómo se equilibra la historia con la modernidad? ¿Puede un edificio ser un testigo silencioso de la lucha por la supervivencia?”
Su autor propone rutas para conectar estos refugios y plantea soluciones para su preservación futura, ofreciendo un enfoque práctico que enriquecerá el conocimiento sobre el patrimonio nacional.
Pero te dirás:
- “Sí, sí, Juan Carlos, pero ¿Qué ocurrió con aquella pretensión de demolerlo?”
Pues precisamente por eso hace unos días la causalidad hilvanó la efeméride de la LPHE con el Refugio de Elorrieta, a donde iría esa misma mañana, y mi propio quehacer profesional ya que, mira por donde, unos años antes de que surgiese esa polémica, había propiciado su catalogación por su valor arquitectónico y etnológico con motivo del Plan de Ordenación y de Protección del Barranco del Poqueira.
Eso lo salvó. Que un arquitecto y urbanista amante de la montaña dirigiese la regulación de los BIC Conjunto Histórico de Capileira, Bubión y Pampaneira (aprobada en 2006).
Así que, hace unos días me fui para la montaña rememorando todas esas vivencias y vicisitudes de las que fui testigo, con un sano orgullo por el papel que me tocó jugar en esta bella historia. También con la lección aprendida de que al patrimonio (ya sea natural, paisajístico, histórico o cultural) hay que blindarlo (es decir, protegerlo) antes de que arrecien las tormentas… Pero la cosa no quedó ahí ya que la jornada aún me tenía reservada una bella sorpresa.
El caso es que al poco de salir nos topamos con un taciturno montañero, ya curtido en años, al que no fuimos capaces de sonsacarle más allá de un parco saludo en las dos o tres veces que nos cruzamos con él. Ya en la cumbre, también le ofrecí algo de comer, aunque él lo rechazó amablemente… Pero ya casi en el final de la etapa, volvimos a alcanzarlo y, será por la manera de saludarlo o porque estaba de Dios, el caso es que nos interesamos por su vida, por su profesión, por su amor a la montaña, y felizmente nos abrió su corazón contándonos mil anécdotas de su vida como profesor de física en la Universidad de Granada y como gran conocedor de Sierra Nevada.
Al despedirnos, nos presentamos, y él, con un cierto orgullo, nos confesó que era coautor del famosísimo libro Sierra Nevada del Padre Ferrer, ya que había colaborado escribiendo uno de sus capítulos.
Al volver a casa, enseguida, abrí ese bello libro que siempre tengo junto al sofá y ya supe su nombre: el profesor Eugenio Fernández Durán. Uno de los padres del montañismo andaluz. Así que, amiga María García Pizarro, aquello no fue fruto de la casualidad, sino de la mejor y más bella causalidad.