Vivo con bastante expectación (y preocupación) los esfuerzos que la sociedad peruana lleva realizando en los últimos tiempos para superar de una vez por todas las lacras de su pasado reciente, un pesadísimo lastre que le está impidiendo afrontar los tremendos retos que son imprescindibles para su modernización.
Con una crisis institucional permanente; un descrédito de la clase política difícil de igualar; la sombra de la corrupción que sigue presente de manera machacona en todos los escenarios; el hartazgo de unos ciudadanos que ya no saben a quién creer; el eco de un pasado perverso que sigue aún muy presente y que no termina de irse… Y todo eso en un país exhausto económicamente y con gravísimos desequilibrios sociales, a pesar de haber vivido un par de décadas de prosperidad. Un país, por tanto, más que dividido, roto, al que, por si fuera poco, le ha sobrevenido la crisis sanitaria del Covid-19 en sus peores momentos.
Así que, en este contexto, pareciera que acercarse a los Objetivos de la Agenda 2030 y de Desarrollo Sostenible constituye no ya un reto difícil de lograr, sino todo un sueño lejano, lejano…
La vida me regaló la oportunidad de vivir grandes retos personales y profesionales en este apasionante país, que fue mi casa la mayor parte del tiempo durante seis años. Un periodo más que suficiente para conocer a sus gentes, respetar a sus costumbres, para profundizar en su pasado y para amar a su cultura. También para recorrer su territorio, enamorarme de sus paisajes y sobrecogerme en lugares que, más que peruanos, constituyen verdaderos tesoros naturales y culturales de toda la humanidad: la ciudad de Caral, el Cañón del Colca, los volcanes andinos, las Huacas del Sol y de la Luna, las ciudades de adobe de la cultura moche, el santuario de MachuPicchu, el Valle del Urubamba, las andenerías incas y la campiña de Arequipa, los acantilados de Paracas, la selva amazónica, los manglares de Tumbes…
Un pueblo acostumbrado a un trato personal lleno de afectos, aunque demasiado relajado –incluso todo lo contrario- en su afán por las cuestiones colectivas… Pero también un país en el que tuve el honor de conocer de primera mano extraordinarias personas y a grandísimos profesionales, muy bien formados y responsabilizados enormemente con la transformación que a todos los niveles debía afrontar Perú.
Por eso, me ha alegrado enormemente saber que en el recientísimo nuevo gobierno se estrenarán como ministros dos profesionales con los que tuve el honor de trabajar durante mis años allá:
- MINISTRO DE AGRICULTURA: Federico Tenorio, es un experto en gestión pública que durante muchos años ha dirigido CEDEPAS NORTE, una ONG que ha gestionado numerosos proyectos que han llevado el desarrollo económico con claves de sostenibilidad ambiental a las zonas rurales del norte de Perú. Grandísimo gestor, excelente profesional y una persona intachable, con la que tuve el honor de participar en numerosas iniciativas.
- MINISTRA DE VIVIENDA: Solangel Fernández, una arquitecta y urbanista “decidida a trabajar por una ciudad más inclusiva, justa y sostenible”. Yo la conocí cuando trabajé para la municipalidad de San Isidro (Lima) dirigiendo su Plan Urbano Distrital. Recientemente ha sido la coordinadora del Plan de Desarrollo Metropolitano del Callao.
Aún resuena en mis oídos la lección de vida que me dio en Sachaca una abogada arequipeña, cuando me dijo que "la verdadera categoría de un país debía medirse por el talante de sus mejores hombres y mujeres". Por eso ojalá que estos dos nuevos ministros sean el exponente del reciente gobierno, porque de ser así también lo van a ser también de una nueva manera de hacer: profesional, rigurosa, responsable y sensible. Justo lo que necesita este país tan amado para mí.
Y como eso de las casualidades suelen venir que ni pintadas, resulta que las redes sociales me acaban de recordar que allá por el 21 de noviembre de 2010, es decir, justo hace 10 años y en mi primer viaje a Lima (invitado por el Colegio de Arquitectos para hablarles de Ciudades Comprometidas), compartí un brindis con Rod Durrant Burguess, el insigne urbanista británico. Recuerdo que me llevó al Hotel Bolívar, donde se ufanan de servir el mejor piscosawer de Lima… https://granadablogs.com/gr-arquitectos/2010/10/26/foro-internacional-gestion-de-areas-metropolitanas/
Así que… ¡Vaya por el pueblo peruano y por sus nuevos ministros “Fico” y Solangel, a los que les deseo suerte, clarividencia y una excelente gestión!