Ayer fue un día grande para la pequeña gran familia que conformamos www.gr-arquitectos.com porque, como cada año por estas fechas, decidimos ponernos la vida por montera y tirarnos monte… donde nos esperaban las caricias de una primavera esplendorosa, como pocas. Y así transcurrió toda una mañana, desde el amanecer, entre jaras, romeros, alcaparras, genistas, retamas, hinojos, tomillos, enebros, cáñamo, encinas, álamos y olivos.
Fue una intensa y emocionante jornada de confraternización en la que quisimos hilvanar algunos de los lugares en los que hemos estado trabajando en los últimos meses (por ejemplo los nuevos desarrollos urbanos en la cabecera de Cenes de la Vega) con sentidas referencias al paisaje, a la historia y a la cultura de su entorno.
Por eso, con las primeras luces del día, empezó nuestra caminata recorriendo las laderas del Cerro del Sol siguiendo el trazado del “canal de los franceses”, una infraestructura esencial para la explotación aurífera de Lancha del Genil que se llevó a cabo a finales del siglo XIX.
Posteriormente nos adentramos en el pequeño valle que da nombre al Cortijo de Belén para ascender al bello paraje donde nos esperaba, orgullosa, la Ermita del Cristo del Almecí. Luego fuimos perdiendo altura para concluir en el valle del Río Darro, donde quisimos mostrar nuestros respetos y solidaridad a la ajada hacienda jesuita de Jesús del Valle (s. XVI), tan escondida entre las montañas que todas las administraciones ya se olvidaron de ella.
Recorrimos a continuación, emocionados, el vergel de Valparaiso (un lugar al que la toponimia le rinde un culto más que merecido) siguiendo el trazado de las ancestrales acequias del Darro para llegar por el antiguo camino de Beas (o de Guadix) a las afueras de Granada, donde nos esperaban la Abadía, el Sacromonte y el Albaicín; para penetrar en la ciudad histórica por la bellísima Vereda de Enmedio, desde donde recibimos los saludos del Generalife y de La Alhambra.
Y llegados a este punto, quizás sea ya una obviedad deciros que el postrer recorrido por las callejuelas del barrio, los aljibes medievales y la Puerta amurallada de Fajalauza, fueron la guinda de un pastel que nos llevó a deleitar un maravilloso refrigerio más que merecido tras esas casi cinco horas de caminata…
Así que, si antes de ayer ya éramos un sólido y aguerrido equipo, desde hoy, y gracias a lo vivido ayer, lo seguiremos siendo aún más.
Por eso mando un abrazo agradecido a todos los participantes: Kika, Mónica, Santiago, Alejandro, Elena, Juancarlos, Alberto, Giachi, Javi, Raúl, Valeria y Ana. Porque fue todo un placer acompañaros.