¿Existen los milagros? ¿O solo se trata de casualidades? Porque algunas veces la mejor explicación para las cosas más inexplicables tiene que ver con el trenzado de las palabras, o con la intensidad o el cariño con el que mantenemos en nuestra memoria a las personas… Pero lo mejor será que yo os cuente esta historia y vosotros ya me diréis vuestro parecer.
El caso es que hace un par de semanas alguien se me acercó cuando caminaba, reconociendo feliz al autor de tantas historias conmovedoras que le habían llegado al corazón… Y esta chica, Raquel, me preguntó con mucha gracia:
“Oye... ¿Tú eres ese que va y viene, que va y viene, que va y viene…? “
Ja,ja, ja le dije que sí, pero que ya llevaba más de unn año sin viajar a América y que ahora ya vivía en Granada. Y quise saber cuál de mis historias era la que le había gustado más y me contestó sin dudar: “La de aquella mujer que buscaba a su madre…” Pero el caso es que ni Raquel ni yo sospechábamos lo que iba a ocurrir muy pronto. Mirad:
Quizás recordéis que júatamente hace ahora dos años que os escribí una de las historias más sorprendentes que he vivido… Empezaba así:
Me he encontrado con un mensaje de alguien que me escribió, y mantuve el siguiente diálogo:
– “Buenas, qué pena, pero le voy a preguntar sin tanto rodeo: La señora que está en el perfil con usted, ¿Es familiar suya? Es que se me parece a un familiar mío
– Noooo, es una señora muy gentil que me vendió piña en Florencia, Caquetá (Colombia)
– ¿No supiste cómo se llama? Es que la realidad es que mi madre está desaparecida hace 23 años y se me parece en algo a ella
– Vaya… yo voy a viajar en 10 días de nuevo, ¿Quiere que intente saludarla?.
– ¡Si, por favor! La señora que busco se llama Ana Cecilia Florez de Cardona, está por los 60 y cuando se perdió estaba enferma, y vivía en Doncello, una ciudad de esa región… Quisiera que cuando vuelvas Dios te la ponga nuevamente en tu camino…”
https://granadablogs.com/gr-arquitectos/2017/08/16/quien-sabe-donde/
Así que le prometía a Luz Enit que, cuando dos semanas después volviese a esa ciudad, lo primero que haría sería visitar su mercado y buscar esa sonrisa bella que me ofreció la azucarada piña salvaje del Caquetá, para preguntarle su nombre… y así lo hice y os compartí un bellísimo y tierno video en el que aquella mujer del mercado deshizo la duda:
– Yo no soy la mamá, yo tengo una hija, pero yo sé dónde está, y yo no tengo más hijas perdidas, no… Siga buscando y ojalá que la encuentre…
Y al saberlo Luz Enit me contestó llena de agradecimiento: “Mi Dios me lo bendiga y le pague, y perdón por tantas molestias. Me saluda a la señora si vuelve a hablar con ella, ya que, aunque no sea mi mamá que Dios me la bendiga. Mientras tanto yo seguiré esperando que Dios algún día la traiga de regreso.”
https://granadablogs.com/gr-arquitectos/2017/08/30/yo-no-soy-la-mama/
Y le pedí a Luz Enit: “tenme informado cuando se produzca ese ansiado milagro…” y por eso hemos seguido escribiéndonos de cuando en vez… como dos lejanos amigos a los que la vida unió…
Pues resulta que hoy, dos años después (o dos semanas, según se mire) aquella historia que anhelaba tener un final distinto, volvió a reactivarse de la misma manera que había empezado la otra vez. Ya que cuando volvía de bañarme en las aguas de montaña de la Garganta Jaranda, uno de los tesoros de la comarca de La Vera (Extremadura, España) recibí este inesperado mensaje:
“- Buenas tardes querido amigo habla con Luz Enit desde Colombia, no se si recuerde que yo lo contacte cuando usted estuvo en Florencia, Caquetá en un proyecto y yo lo contacte por una foto en que usted aparecía con una señora, y que yo le manifesté que se parecía a mi mamá q estaba perdida hacía muchos años, pues quiero hoy manifestarle con gran alegría que por fin hemos encontrado a mi mamá aunque con gran tristeza le comento que estaba como habitante de la calle, pero la hemos encontrado en muy buen estado físico.
- Ohhhhh
- Si señor fue una sorpresa de nuestro padre celestial q pudiéramos encontrarla
- ¡¡¡Qué alegría!!!"
Y le he pedido alguna imagen de su madre para compartirla con vosotros:
"- Por favor háblale de cómo nos conocimos nosotros y de cómo quise ayudarte a encontrarlaSi lo señor y gracias a usted por haberme tratado de ayudar a reencontrar con ella.
- Pero solo fue tu fe la que la encontró”
Aunque a mí me da en la nariz que, quizás, ¿por qué no?, fue Raquel la que al recordarla movió sin saberlo los hilos siderales… reactivando una historia que precisaba de un final. Un final tan bello y entrañable como el que milagrosamente se acaba de producir…